Vivimos atravesados unos a
otros con el entorno
El yo y el otro es una
división banal
Al igual que la división del
tiempo
En presente, pasado y futuro
Si existe aliento las
vibraciones se expanden
Y convergen en la compleja
existencia
En la que a veces logramos
trascender a la contingencia
Y esas veces que logramos
trascender
Se dan cuando podemos sentir
a la eternidad
Pero a la eternidad como
peregrinos
A “la eternidad del peregrino
contingente”
Y que se siente cuando se
toca al alma de otro ser
Para esto hay que dejar que
el magma y las vibraciones de uno se transmitan
Todo fluye más fácil cuando
uno quiere
Todo se transforma como la
fuente que corre hacia su desembocadura
Haciendo su camino al andar
sin detenerse
Y cuando uno se sabe fuente
que fluye
Se despliega desde su salida
y en su recorrido con naturalidad y pasión
Hasta llegar a lo más
profundo del ser
Que se encuentra en el camino
y fundamentalmente en el otro
Con los que conformamos el peregrinaje hacia
el eterno devenir y porvenir
Juan Carlos Duré Bañuelos
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