martes, 31 de diciembre de 2013

sábado, 14 de diciembre de 2013

¿El funcionario público honesto es considerado un paria en Paraguay?


Esta pregunta voy a tratar de analizarla tomando al concepto de “funcionario honesto” como aquella persona que, conforme a sus convicciones, actúa con libertad para cumplir con eficiencia las funciones que le son propias y evita prestarse a los manejos corruptos de la representación politiquera.

Primero, desde el inicio, para trabajar en las instituciones del Estado, (salvo casos excepcionales y la excepción hace la regla), se necesita pasar por un filtro "político" que te ayude, o usando términos más paraguayos que te sirva de “palanca” o de “padrino”, para acceder a un puesto de “servidor público”. Al acceder de esta manera a puestos públicos las personas quedan sujetas a su padrino y tienen que responderle más a él que cumplir con sus responsabilidades de funcionarios o empleados públicos.

Las Instituciones públicas del Paraguay, casi en su totalidad, son manejadas con intereses partidarios, (actualmente se nombran a “supuestos técnicos” que no son sino una cara lavada, en pocos casos y más sucia en la mayoría, de la politiquería), esos intereses partidarios se sujetan nuevamente a intereses particulares de determinados “dirigentes”, “lideres” o “padrinos”.

El mantenimiento o el ascenso en la función pública, por ende, no se ganan con el esfuerzo cotidiano y la integridad demostrada en el desempeño de las funciones, sino que necesariamente se mide por el grado de sujeción a determinados “dirigentes”,  “líderes”, “padrinos” o por el grado de funcionalidad para realizar actos prebendarios desde el puesto público.

Es evidente que la libertad de las personas se menoscaba desde los primeros trámites para el ingreso a la función pública.

Una persona que quiera acceder en forma exclusiva por méritos y aptitudes a un puesto público tiene desde el inicio una escasa posibilidad de hacerlo. Luego, si se ingresa a la función pública, desde el mecanismo que fuere, y se busca mantenerse o ascender, necesariamente se tiene que ser “leal” al partido, pero por sobre todo al “dirigente”, “líder”, “padrino” o actuar temerariamente con la cosa pública.

Estos condicionamientos llevan a los funcionarios o empleados públicos que optan por la senda de la honestidad en el desempeño de sus funciones a la discordia con su “dirigente”, “líder” o “padrino”, con su partido, con “dirigentes” de otros partidos (circunstancialmente "dueños" de la cosa pública) y con algunos de sus compañeros de trabajo.

El sistema de la función pública actual del Paraguay, que cercena la libertad de las personas, tiende a transformar al empleado o funcionario público honesto en un paria, a expulsarlo de la función pública, o en el peor de los casos a convertirlo en  mediocre instrumento des-humanizado y banal del mal.

Por un lado este sistema socava el buen funcionamiento de las Instituciones de la República y por otro atenta contra las personas afectando a su igualdad, libertad y dignidad.



Juan Carlos Duré Bañuelos