Esta pregunta voy a tratar de
analizarla tomando al concepto de “funcionario honesto” como aquella persona que,
conforme a sus convicciones, actúa con libertad para cumplir con eficiencia las
funciones que le son propias y evita prestarse a los manejos corruptos de la
representación politiquera.
Primero, desde el inicio, para
trabajar en las instituciones del Estado, (salvo casos excepcionales y la
excepción hace la regla), se necesita pasar por un filtro "político" que te
ayude, o usando términos más paraguayos que te sirva de “palanca” o de
“padrino”, para acceder a un puesto de “servidor público”. Al acceder de esta
manera a puestos públicos las personas quedan sujetas a su padrino y tienen que responderle más a
él que cumplir con sus responsabilidades de funcionarios o empleados públicos.
Las Instituciones públicas del
Paraguay, casi en su totalidad, son manejadas con intereses partidarios,
(actualmente se nombran a “supuestos técnicos” que no son sino una cara lavada,
en pocos casos y más sucia en la mayoría, de la politiquería), esos intereses
partidarios se sujetan nuevamente a intereses particulares de determinados
“dirigentes”, “lideres” o “padrinos”.
El mantenimiento o el ascenso en
la función pública, por ende, no se ganan con el esfuerzo cotidiano y la integridad
demostrada en el desempeño de las funciones, sino que necesariamente se mide
por el grado de sujeción a determinados “dirigentes”, “líderes”, “padrinos” o por el grado de
funcionalidad para realizar actos prebendarios desde el puesto público.
Es evidente que la libertad de
las personas se menoscaba desde los primeros trámites para el ingreso a la
función pública.
Una persona que quiera acceder en
forma exclusiva por méritos y aptitudes a un puesto público tiene desde el
inicio una escasa posibilidad de hacerlo. Luego, si se ingresa a la función
pública, desde el mecanismo que fuere, y se busca mantenerse o ascender,
necesariamente se tiene que ser “leal” al partido, pero por sobre todo al “dirigente”, “líder”, “padrino” o actuar temerariamente con la cosa pública.
Estos condicionamientos llevan a
los funcionarios o empleados públicos que optan por la senda de la honestidad en
el desempeño de sus funciones a la discordia con su “dirigente”, “líder” o “padrino”,
con su partido, con “dirigentes” de otros partidos (circunstancialmente "dueños" de la cosa pública) y con algunos de sus
compañeros de trabajo.
El sistema de la función pública actual del Paraguay, que cercena la libertad de las personas, tiende a transformar al empleado o funcionario público honesto en un paria, a expulsarlo de la función pública, o en el peor de los casos a convertirlo en mediocre instrumento des-humanizado y banal del mal.
Por un lado este sistema socava el buen funcionamiento de las Instituciones de la República y por otro atenta contra las personas afectando a su igualdad, libertad y dignidad.
Juan Carlos Duré Bañuelos
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