lunes, 13 de octubre de 2014

Los seres ya no son de la tierra

Todo funciona. Esto es precisamente lo inhóspito, que todo funciona y que el funcionamiento lleva siempre a más funcionamiento y que la técnica arranca al hombre de la tierra cada vez más y lo desarraiga. No sé si usted estaba espantado, pero yo desde luego lo estaba cuando vi las fotos de la Tierra desde la Luna. No necesitamos bombas atómicas, el desarraigo del hombre es un hecho. Sólo nos quedan puras relaciones técnicas. Donde el hombre vive ya no es la Tierra. Hace poco tuve en Provenza una larga conversación con René Char, el poeta y resistente, como usted sabe. En Provenza se han instalado ahora bases de cohetes y la región ha sido devastada de forma inimaginable. El poeta, que no es precisamente sospechoso de sentimentalismo y de glorificar el idilio, me decía que el desarraigo del hombre, que está sucediendo, es el final, a no ser que alguna vez el pensar y el poetizar logren alcanzar el poder sin violencia.
Martín Heidegger, en la entrevista con Spiegel.

Juan estaba absorto en sus pensamientos, sentado en la sala del departamento en el piso 11 del edificio en donde vive, cuando de pronto ve que algo luminoso y desconocido se va acercando al balcón contiguo a su sala. Primero, instintivamente, se acerca a mirar, pero viendo que el objeto se acercaba cada vez más al balcón optó por ir retrocediendo hasta el final de la sala, casi saliendo por la puerta que da al ascensor. El aparato siguió avanzando hacia el balcón y luego de una maniobra descendió, pero antes golpeó el aire acondicionado que se encontraba en el balcón. El golpe, que no produjo un ruido tan fuerte, a Juan, con el susto que tenía, le pareció estrepitoso. No temas, le grito un ser que salía del aparato estacionado, no voy a hacerte daño, ven acércate.

Entonces fue que empezó el diálogo entre Juan y "el ser":

Juan: ¿Quién eres?

El ser: Esa es una pregunta muy profunda.

Juan: Bueno, ¿de dónde eres? y ¿por qué has venido hasta aquí?

El ser: ¿Puedo pasar?

Juan: Sí, adelante siéntate en el sofá. (Juan se fue acercando hasta donde se encontraban los dos sofás de su sala y se sentó junto al visitante).

El ser: Me siento un poco cansado, descansaré un momento, tengo que reparar mi nave, sufrió una avería debido a la tormenta eléctrica en la que repentinamente me vi inmerso cuando estaba por salir de la atmósfera de la tierra.

Juan: Pero, ¿de dónde eres?

El ser: Soy del planeta Utopía, así decidieron llamarlo los que primero llegaron allá y decidieron quedarse.

Juan: ¿Y eso dónde queda?

El ser: Bueno, tendré que contarte lo que me contaron los primeros que llegaron a mi mundo, pues yo soy nativo de Utopía, aunque vengo de tanto en tanto a realizar observaciones en la tierra y llevar algunos animales, plantas y cosas.

Una vez aquí en la tierra existieron dos fuerzas que se disputaban el dominio o la hegemonía de la tierra. De esa competencia empezaron a exigir cada vez más a los pensantes y científicos en cuanto al desarrollo de nuevas técnicas especialmente y también nuevas tecnologías.

A partir de esas exigencias los científicos y pensadores fueron desarrollando nuevas técnicas, creando cosas y entre ellas construyeron un aparato que podía viajar al espacio. En una demostración a la otra fuerza se lanzó el aparato y se festejó su llegada al espacio. La otra fuerza se sintió disminuida y en vez de decaerse puso mayor esmero por llegar también al espacio. De esa competencia entre dos fuerzas por el dominio o la hegemonía de la tierra es que se fueron perfeccionando los aparatos que fueron al espacio.

Se llegó a la Luna, se fotografío y llegó también a otros planetas. Todo esto se hizo público, excepto el descubrimiento, un poco más allá de la Luna, de un lugar, al cual primero llegaron los de una fuerza y luego los de la otra pero ambos grupos acordaron guardar el secreto y establecerse allí comunicando a una sola de las fuerzas la existencia de ese planeta y esa decisión, la otra fuerza dio por desaparecidos a sus tripulantes y no se aventuró a ir más hacia donde se encuentra Utopía.

Entonces, nuestros padres y fundadores decidieron peticionar, a la fuerza que conocía la existencia del planeta, la comunicación directa con los seres pensantes y científicos para analizar conjuntamente con ellos el destino de ellos mismos y de ese planeta en el cual decidieron quedarse.

Juan: Asombrado ante lo que estaba escuchando, divisando que el ser que llego hasta donde él vivía tenía una piel tan bien cuidada, con un aspecto tan saludable, unos rasgos andróginos, pero a la vez con un físico que denotaba mucha fortaleza, le preguntó: ¿Y cómo es ese lugar?

El ser: Es un lugar muy bello, en el cual habitan animales pequeños, hay agua cristalina y pura, el aíre en comparación al de aquí te inflama los pulmones, en fin, con relación a la tierra es como el paraíso para los religiosos de aquí.  Mis padres, que se encuentran entre los primeros que llegaron a Utopía, me contaron que al principio tenían miedo, creían que era imposible establecerse ahí, pero que luego de un análisis entre los primeros tripulantes que descendieron decidieron quedarse y conocer más sobre aquel lugar, luego se establecieron y todos concordaron, después de esa experiencia, en que lo peor que les podría suceder se hubiese dado si se dejaban llevar y actuaban impulsados por ese miedo del principio, el que, gracias al análisis y al dialogo conjunto, lograron superar.

Juan: que sólo tenía cuestionamientos y más cuestionamientos en su cabeza le siguió preguntando: Entonces, ¿hay gente de la tierra que sabe de la existencia de Utopía?

El ser: Sí, y son de esa fuerza a la cual se informó la existencia de Utopía, pero con los que se comunicaron nuestros padres y fundadores, después de requerirles a esa fuerza, es con los pensadores y científicos.

Esa fuerza envió más gente a  Utopía, pero nuestros padres y fundadores los convencieron de la necesidad de trabajar en cooperación allá y no en dependencia con los de acá.

A iniciativa de nuestros padres y fundadores  también fueron  varios pensadores y científicos a establecerse allá.

Ahora, gracias al trabajo cooperativo, hemos formado una sociedad distinta en Utopía.

Juan: ¿Cómo es esa sociedad?

El ser: Es lo opuesto a lo que es esta sociedad.

Juan: Pero, ¿cómo es eso?

El ser: Esta sociedad está inmersa dentro de una lógica o una razón que está destruyendo totalmente la tierra. Es más, nosotros hemos creado, gracias al trabajo cooperativo, técnicas y tecnologías muy superiores a las de aquí, respetuosas de los seres, del entorno  y venimos de tanto en tanto a observar como la tierra se va destruyendo cada vez más.

En Utopía, sin embargo, nos dedicamos a soñar, a pensar y a construir. Tenemos un amplio planeta en el cual estamos formando nuestra existencia basándonos en que la vida del otro es el elemento fundamental para el desarrollo de la vida en común, viendo en el otro la garantía de nuestra construcción, de nuestra civilización para utilizar un término muy común acá pero vacuo. En la tierra ya no existe eso, ya no existe projimidad, ni siquiera arraigo a la tierra.

Juan: Interrumpió diciendo: Pero eso no es cierto, somos varios los que creemos en la projimidad, en la cooperación y en la construcción.

El ser: Está bien, lo que yo te digo es lo que yo percibo, no es para que te enojes o sulfures, sino que te lo digo para que te sea útil esta perspectiva azarosa con la que te cruzaste. Fíjate bien, ¿Cuántos habitantes de la tierra pasan hambre? ¿Cuántos habitantes de la tierra no tienen un sustento básico para llevar una vida digna? ¿Cuántos habitantes de la tierra se ven obligados a ser explotados por otros habitantes iguales a ellos mismos en su género? ¿Cuántos habitantes ves diariamente en la calle padeciendo y pasas de largo? ¿Cuántas injusticias ves a diario? ¿Te das cuenta de que la tierra se está destruyendo cada vez más rápido?

Si piensas un poco, si salís de ese razonamiento impuesto, podrás darte cuenta de que en la forma de vida actual en la tierra no hay projimidad, cooperación, ni construcción. Ya no se ve al otro. La competencia ha sepultado a la cooperación y la tierra se va destruyendo cada día más rápidamente. Actualmente todo es efímero, el ser humano va desarraigándose cada vez más rápido de los otros seres humanos, de las cosas, de la tierra.

Está bien que creas en la projimidad, en la cooperación y en la construcción, pero la razón y la lógica de la vida actual no actúan de acuerdo con esa creencia, más bien utilizan esa creencia y varias otras más como falacias, como pura retórica, como nepente alienante que sirve para soportar la realidad que se esconde detrás de las mismas. Aún se puede soñar y creer, pero las acciones van de acuerdo a la razón y a la lógica de la vida actual.

Juan: Pero bueno, ¿acaso no hay razón en Utopía?

El ser: Ese es un tema complejo que se ha olvidado también aquí en la tierra. Allá se reconoce que existen las más variadas razones, porque para nosotros la razón es aquella que establece determinadas lógicas de comportamiento, pero lo fundamental en Utopía es el pensamiento que es  para nosotros la posibilidad de examinar a la razón o a las razones, es la capacidad de cuestionarse, es ese surgir e insurgir que posibilita el nacimiento o la discontinuidad de una lógica o de una razón. Para que se pueda pensar lo fundamental es el otro.

Juan: ¿Qué quieres decir con eso de que lo fundamental es el otro?

El ser: Si uno pierde la capacidad de ver en el otro la base de su existencia se pierde el respeto hacia la convivencia, se pierde el respeto hacia uno mismo, y cuando no hay respeto lo que queda es imposición, violencia e intolerancia. Si uno puede ver que el otro tiene su razón o sus razones y que uno tiene su razón o sus razones lo más sencillo es compartir esas razones mediante el pensamiento que se expresa a través del dialogo, pero para eso se debe reconocer, querer, amar al otro porque sin ese otro no seremos nada. Sin el otro no hay ser.

Juan: Dame un ejemplo de eso que me estás diciendo porque no entiendo muy bien

El ser: Bueno, utilizare un ejemplo actual, fíjate en “la razón occidental”, esa razón se impone con violencia, destruyendo el planeta, asesinando, extinguiendo animales, pero por sobre todo destruyendo el ser de los humanos.

Nosotros allá, gracias al pacto y el compromiso que hicieron nuestros fundadores y padres con los pensantes y científicos, basamos nuestra existencia en el pensamiento que es la fuente de todo, el surgir y el insurgir, pero para pensar uno debe aprender a cuestionarse a sí mismo y a cuestionarse sobre su entorno, a no atarse a una lógica o a un dogma y a buscar, por sobre todo, hacerse a uno mismo, pero siempre, y esto es fundamental, en solidaridad con los demás.

Fíjate como se bombardea, se destruye o se amenaza con bombardear o destruir a países que no comulgan con “la razón occidental”, eso es una utilización de la razón y la lógica para dominar mediante la barbarie y para colmo una barbarie que conduce a la destrucción de la tierra.

Ahora ya no se busca una vida de calidad con los demás y con nuestro entorno, lo que se busca es la acumulación de dinero y dominio.

Juan: Ahora entiendo mejor, pero eso de destruir al ser de los humanos no lo comprendo aún

El ser: Fíjate, no es casualidad que actualmente, en los que fueron seres humanos de la tierra, predomine lo que se consume en el instante, lo que se evapora o disuelve rápidamente, la inmediatez y la vertiginosidad, pero en ese predominio, no casual sino programado, queda en la sombra: la insatisfacción constante y una cantidad enorme de desechos. Esta insatisfacción constante también ha desechado al ser y no como algunos dicen: que muchos seres humanos son desechados por el diseño o sistema actual, el ser mismo es el desechado. Voy a tratar de explicarme: Un ser no puede ser si no reconoce a los otros seres y a su entorno como parte de sí mismo y de su existencia.

Otra constante en la actualidad es la competencia, la búsqueda de lucro sin límites y la búsqueda de poder para someter y/o degradar a los otros y a la tierra en medio de la expansión infinita de un sistema en un planeta finito (Como un virus).  Y ahora yo te pregunto: ¿Cómo se puede ser en semejantes condiciones?

Juan: Entonces, ¿Qué es ser?

El ser: Es tu pasado y es mi presente. Ustedes se destruyen y nosotros nos construimos.

Discúlpame, tengo que reparar mi nave y marcharme, antes de terminar esta charla quiero que sepas que recordarás lo que hablamos, pero te parecerá un sueño, no podrás distinguir si fue real o no.

Luego Juan se despertó sobresaltado en el sofá. 

Paso el tiempo y Juan, de tanto en tanto, suele pensar sobre ese acontecimiento o no acontecimiento producto de su imaginación y se cuestiona, cuando lo recuerda: ¿Esta conversación fue real? ¿O fue producto de mi imaginación? ¿Me he vuelto loco? ¿O todos los que fuimos seres humanos en la tierra  enloquecimos inmersos en una razón y una lógica institucionalizada y destructora?

Lo único cierto, se dice, es que al día siguiente de este sueño o realidad tuve que mandar reparar la abolladura y el desperfecto del aire acondicionado causados por un golpe.