Todo funciona. Esto
es precisamente lo inhóspito, que todo funciona y que el funcionamiento lleva
siempre a más funcionamiento y que la técnica arranca al hombre de la tierra
cada vez más y lo desarraiga. No sé si usted estaba espantado, pero yo desde luego
lo estaba cuando vi las fotos de la Tierra desde la Luna. No necesitamos bombas
atómicas, el desarraigo del hombre es un hecho. Sólo nos quedan puras
relaciones técnicas. Donde el hombre vive ya no es la Tierra. Hace poco tuve en
Provenza una larga conversación con René Char, el poeta y resistente, como
usted sabe. En Provenza se han instalado ahora bases de cohetes y la región ha
sido devastada de forma inimaginable. El poeta, que no es precisamente
sospechoso de sentimentalismo y de glorificar el idilio, me decía que el
desarraigo del hombre, que está sucediendo, es el final, a no ser que alguna
vez el pensar y el poetizar logren alcanzar el poder sin violencia.
Martín Heidegger, en
la entrevista con Spiegel.
Juan estaba absorto en sus pensamientos, sentado
en la sala del departamento en el piso 11 del edificio en donde vive, cuando de
pronto ve que algo luminoso y desconocido se va acercando al balcón contiguo a su sala. Primero, instintivamente, se acerca a mirar, pero viendo que el objeto
se acercaba cada vez más al balcón optó por ir retrocediendo hasta el final de
la sala, casi saliendo por la puerta que da al ascensor. El aparato siguió
avanzando hacia el balcón y luego de una maniobra descendió, pero antes golpeó
el aire acondicionado que se encontraba en el balcón. El golpe, que no produjo un ruido tan
fuerte, a Juan, con el susto que tenía, le pareció estrepitoso. No temas,
le grito un ser que salía del aparato estacionado, no voy a hacerte daño, ven
acércate.
Entonces fue que empezó el diálogo entre Juan y "el ser":
Juan: ¿Quién eres?
El ser: Esa es una pregunta muy profunda.
Juan: Bueno, ¿de dónde eres? y ¿por qué has
venido hasta aquí?
El ser: ¿Puedo pasar?
Juan: Sí, adelante siéntate en el sofá. (Juan
se fue acercando hasta donde se encontraban los dos sofás de su sala y se sentó junto al visitante).
El ser: Me siento un poco cansado, descansaré
un momento, tengo que reparar mi nave, sufrió una avería debido a la tormenta
eléctrica en la que repentinamente me vi inmerso cuando estaba por salir de la atmósfera de la tierra.
Juan: Pero, ¿de dónde eres?
El ser: Soy del planeta Utopía, así decidieron
llamarlo los que primero llegaron allá y decidieron quedarse.
Juan: ¿Y eso dónde queda?
El ser: Bueno, tendré que contarte lo que me
contaron los primeros que llegaron a mi mundo, pues yo soy nativo de Utopía,
aunque vengo de tanto en tanto a realizar observaciones en la tierra y llevar
algunos animales, plantas y cosas.
Una vez aquí en la tierra existieron dos
fuerzas que se disputaban el dominio o la hegemonía de la tierra. De esa
competencia empezaron a exigir cada vez más a los pensantes y científicos en
cuanto al desarrollo de nuevas técnicas especialmente y también nuevas
tecnologías.
A partir de esas exigencias los científicos y
pensadores fueron desarrollando nuevas técnicas, creando cosas y entre ellas
construyeron un aparato que podía viajar al espacio. En una demostración a la
otra fuerza se lanzó el aparato y se festejó su llegada al espacio. La otra
fuerza se sintió disminuida y en vez de decaerse puso mayor esmero por llegar
también al espacio. De esa competencia entre dos fuerzas por el dominio o la
hegemonía de la tierra es que se fueron perfeccionando los aparatos que fueron
al espacio.
Se llegó a la Luna, se fotografío y llegó
también a otros planetas. Todo esto se hizo público, excepto el descubrimiento,
un poco más allá de la Luna, de un lugar, al cual primero llegaron los de una
fuerza y luego los de la otra pero ambos grupos acordaron guardar el secreto y
establecerse allí comunicando a una sola de las fuerzas la existencia de ese
planeta y esa decisión, la otra fuerza dio por desaparecidos a sus tripulantes
y no se aventuró a ir más hacia donde se encuentra Utopía.
Entonces, nuestros padres y fundadores
decidieron peticionar, a la fuerza que conocía la existencia del planeta, la
comunicación directa con los seres pensantes y científicos para analizar
conjuntamente con ellos el destino de ellos mismos y de ese planeta en el cual
decidieron quedarse.
Juan: Asombrado ante lo que estaba
escuchando, divisando que el ser que llego hasta donde él vivía tenía una piel tan
bien cuidada, con un aspecto tan saludable, unos rasgos andróginos, pero a la
vez con un físico que denotaba mucha fortaleza, le preguntó: ¿Y cómo es ese
lugar?
El ser: Es un lugar muy bello, en el cual
habitan animales pequeños, hay agua cristalina y pura, el aíre en comparación
al de aquí te inflama los pulmones, en fin, con relación a la tierra es como el
paraíso para los religiosos de aquí. Mis
padres, que se encuentran entre los primeros que llegaron a Utopía, me contaron
que al principio tenían miedo, creían que era imposible establecerse ahí, pero
que luego de un análisis entre los primeros tripulantes que descendieron
decidieron quedarse y conocer más sobre aquel lugar, luego se establecieron y
todos concordaron, después de esa experiencia, en que lo peor que les podría
suceder se hubiese dado si se dejaban llevar y actuaban impulsados por ese
miedo del principio, el que, gracias al análisis y al dialogo conjunto,
lograron superar.
Juan: que sólo tenía cuestionamientos y más
cuestionamientos en su cabeza le siguió preguntando: Entonces, ¿hay gente de la
tierra que sabe de la existencia de Utopía?
El ser: Sí, y son de esa fuerza a la cual se
informó la existencia de Utopía, pero con los que se comunicaron nuestros
padres y fundadores, después de requerirles a esa fuerza, es con los pensadores
y científicos.
Esa fuerza envió más gente a Utopía, pero nuestros padres y fundadores los
convencieron de la necesidad de trabajar en cooperación allá y no en
dependencia con los de acá.
A iniciativa de nuestros padres y fundadores también fueron varios pensadores y científicos a
establecerse allá.
Ahora, gracias al trabajo cooperativo, hemos
formado una sociedad distinta en Utopía.
Juan: ¿Cómo es esa sociedad?
El ser: Es lo opuesto a lo que es esta
sociedad.
Juan: Pero, ¿cómo es eso?
El ser: Esta sociedad está inmersa dentro de
una lógica o una razón que está destruyendo totalmente la tierra. Es más,
nosotros hemos creado, gracias al trabajo cooperativo, técnicas y tecnologías
muy superiores a las de aquí, respetuosas de los seres, del entorno y venimos de tanto en tanto a observar como
la tierra se va destruyendo cada vez más.
En Utopía, sin embargo, nos dedicamos a
soñar, a pensar y a construir. Tenemos un amplio planeta en el cual estamos
formando nuestra existencia basándonos en que la vida del otro es el elemento
fundamental para el desarrollo de la vida en común, viendo en el otro la
garantía de nuestra construcción, de nuestra civilización para utilizar un
término muy común acá pero vacuo. En la
tierra ya no existe eso, ya no existe projimidad, ni siquiera arraigo a la
tierra.
Juan: Interrumpió diciendo: Pero eso no es
cierto, somos varios los que creemos en la projimidad, en la cooperación y en
la construcción.
El ser: Está bien, lo que yo te digo es lo
que yo percibo, no es para que te enojes o sulfures, sino que te lo digo para
que te sea útil esta perspectiva azarosa con la que te cruzaste. Fíjate bien,
¿Cuántos habitantes de la tierra pasan hambre? ¿Cuántos habitantes de la tierra
no tienen un sustento básico para llevar una vida digna? ¿Cuántos habitantes de
la tierra se ven obligados a ser explotados por otros habitantes iguales a
ellos mismos en su género? ¿Cuántos habitantes ves diariamente en la calle
padeciendo y pasas de largo? ¿Cuántas injusticias ves a diario? ¿Te das cuenta
de que la tierra se está destruyendo cada vez más rápido?
Si piensas un poco, si salís de ese
razonamiento impuesto, podrás darte cuenta de que en la forma de vida actual en
la tierra no hay projimidad, cooperación, ni construcción. Ya no se ve al otro.
La competencia ha sepultado a la cooperación y la tierra se va destruyendo cada
día más rápidamente. Actualmente todo es efímero, el ser humano va
desarraigándose cada vez más rápido de los otros seres humanos, de las cosas,
de la tierra.
Está bien que creas en la projimidad, en la
cooperación y en la construcción, pero la razón y la lógica de la vida actual
no actúan de acuerdo con esa creencia, más bien utilizan esa creencia y varias
otras más como falacias, como pura retórica, como nepente alienante que sirve
para soportar la realidad que se esconde detrás de las mismas. Aún se puede
soñar y creer, pero las acciones van de acuerdo a la razón y a la lógica de la
vida actual.
Juan: Pero bueno, ¿acaso no hay razón en
Utopía?
El ser: Ese es un tema complejo que se ha
olvidado también aquí en la tierra. Allá se reconoce que existen las más variadas razones, porque para
nosotros la razón es aquella que establece determinadas lógicas de
comportamiento, pero lo fundamental en Utopía es el pensamiento que es para nosotros la posibilidad de examinar a la
razón o a las razones, es la capacidad de cuestionarse, es ese surgir e
insurgir que posibilita el nacimiento o la discontinuidad de una lógica o de
una razón. Para que se pueda pensar lo fundamental es el otro.
Juan: ¿Qué quieres decir con eso de que lo
fundamental es el otro?
El ser: Si uno pierde la capacidad de ver en
el otro la base de su existencia se pierde el respeto hacia la convivencia, se
pierde el respeto hacia uno mismo, y cuando no hay respeto lo que queda es
imposición, violencia e intolerancia. Si uno puede ver que el otro tiene su
razón o sus razones y que uno tiene su razón o sus razones lo más sencillo es
compartir esas razones mediante el pensamiento que se expresa a través del
dialogo, pero para eso se debe reconocer, querer, amar al otro porque sin ese
otro no seremos nada. Sin el otro no hay ser.
Juan: Dame un ejemplo de eso que me estás
diciendo porque no entiendo muy bien
El ser: Bueno, utilizare un ejemplo actual,
fíjate en “la razón occidental”, esa razón se impone con violencia, destruyendo
el planeta, asesinando, extinguiendo animales, pero por sobre todo destruyendo
el ser de los humanos.
Nosotros allá, gracias al pacto y el
compromiso que hicieron nuestros fundadores y padres con los pensantes y
científicos, basamos nuestra existencia en el pensamiento que es la fuente de
todo, el surgir y el insurgir, pero para pensar uno debe aprender a
cuestionarse a sí mismo y a cuestionarse sobre su entorno, a no atarse a una
lógica o a un dogma y a buscar, por sobre todo, hacerse a uno mismo, pero
siempre, y esto es fundamental, en solidaridad con los demás.
Fíjate como se bombardea, se destruye o se
amenaza con bombardear o destruir a países que no comulgan con “la razón
occidental”, eso es una utilización de la razón y la lógica para dominar
mediante la barbarie y para colmo una barbarie que conduce a la destrucción de
la tierra.
Ahora ya no se busca una vida de calidad con
los demás y con nuestro entorno, lo que se busca es la acumulación de dinero y
dominio.
Juan: Ahora entiendo mejor, pero eso de
destruir al ser de los humanos no lo comprendo aún
El ser: Fíjate, no es casualidad que
actualmente, en los que fueron seres humanos de la tierra, predomine lo que se
consume en el instante, lo que se evapora o disuelve rápidamente, la inmediatez
y la vertiginosidad, pero en ese predominio, no casual sino programado, queda
en la sombra: la insatisfacción constante y una cantidad enorme de desechos.
Esta insatisfacción constante también ha desechado al ser y no como algunos
dicen: que muchos seres humanos son desechados por el diseño o sistema
actual, el ser mismo es el desechado. Voy a tratar de explicarme: Un ser
no puede ser si no reconoce a los otros seres y a su entorno como parte de sí
mismo y de su existencia.
Otra constante en la actualidad es la
competencia, la búsqueda de lucro sin límites y la búsqueda de poder para
someter y/o degradar a los otros y a la tierra en medio de la expansión
infinita de un sistema en un planeta finito (Como un virus). Y ahora yo te pregunto: ¿Cómo se puede ser en
semejantes condiciones?
Juan: Entonces, ¿Qué es ser?
El ser: Es tu pasado y es mi presente.
Ustedes se destruyen y nosotros nos construimos.
Discúlpame, tengo que reparar mi nave y
marcharme, antes de terminar esta charla quiero que sepas que recordarás lo que
hablamos, pero te parecerá un sueño, no podrás distinguir si fue real o no.
Luego Juan se despertó sobresaltado en el sofá.
Paso el tiempo y Juan, de tanto en tanto, suele pensar sobre ese acontecimiento o no acontecimiento producto de su imaginación y se cuestiona,
cuando lo recuerda: ¿Esta conversación fue real? ¿O fue producto de mi
imaginación? ¿Me he vuelto loco? ¿O todos los que fuimos seres humanos en la tierra
enloquecimos inmersos en una razón y una lógica institucionalizada y
destructora?
Lo único cierto, se dice, es que al día
siguiente de este sueño o realidad tuve que mandar reparar la abolladura y el
desperfecto del aire acondicionado causados por un golpe.
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