domingo, 21 de junio de 2015

DEDICARSE A UNO MISMO PARA RECONOCER AL OTRO

“No hay instauración de la verdad sin una postulación esencial de la alteridad; la verdad nunca es lo mismo; sólo puede haber verdad en la forma del otro mundo y la vida otra”. Michel Foucault

El legado filosófico de Michel Foucault

Quisiera mencionar que existen unos libros, disponibles en Paraguay, sobre la hermenéutica del sujeto; el gobierno de sí y de los otros, y el coraje de la verdad,  particularmente los llamo el legado filosófico de Foucault y desarrollan sus últimas clases, y que me ayudaron a pensar en el desarrollo de este artículo. En estas clases justamente Foucault relata el desarrollo histórico de una modalidad de veridicción a la que los griegos definían como parrhesía.  Esta modalidad de veridicción implicaba principalmente manifestarse francamente en la construcción de uno mismo con los demás, en la construcción colectiva, en la forma de vida que uno lleva y asumir todo lo que esta forma de manifestación conlleva.  Los relatos que recogen estas clases sobre parrhesía  abarcan varios aspectos de las formas de vida y del pensamiento desde la más remota antigüedad, con figuras resaltantes como Pericles en la política, también con ejemplos en varias obras de los grandes creadores del teatro griego, con grandes representantes de la filosofía como Platón o Sócrates, pasando por el despojamiento total de la vida a la verdad con Diógenes y los Cínicos, con el estilo moral y ético de los epicúreos, de los estoicos y no olvidando a los pitagóricos, luego con la ascesis o la vida asceta  en el cristianismo, hasta Kant, Descartes y la modernidad. Foucault menciona que en el siglo XX son pocos los que se dedicaron  al estudio sobre la relación de la verdad y el ser o la formación de la subjetividad y destaca a Martín Heidegger y Lacan. Los aportes que hace Foucault en estas últimas clases son muy valiosos para pensar en nuestra forma de ser, en nuestro ethos. Sé que es una síntesis  muy ajustada, pero sólo es una invitación a leer los libros mencionados.   Siempre hay algo más que aportar y diciendo esto justamente culmina la última clase de Foucault: “Eso es todo. En fin, aunque tenía cosas para decirles sobre el marco general de estos análisis, es demasiado tarde. Gracias, entonces”, unos meses más tarde Michel Foucault falleció.

Biopolítica y el otro

El pensamiento antiguo se basaba principalmente en esta norma inscripta en el oráculo de Delfos “Conócete a ti mismo” y tuvo una influencia muy grande inclusive en los pensadores modernos como Hegel con su Fenomenología del Espíritu o por otro lado en el materialismo dialéctico que describe las condiciones materiales que influyen decisivamente en la formación del ser. 

Teniendo en cuenta esta evolución del pensamiento referido a dedicarse a uno mismo  se puede decir a muy grandes rasgos, siempre es necesario ampliar, lo siguiente:

En la relación con el otro y con el entorno podemos observar que nuestro ser para sí es imprescindible para la propia existencia, pero también para nuestra existencia es indispensable la relación con el otro y con el entorno. De ahí el destaque que le da la bio-política al espacio o mejor dicho a la creación de un espacio que acoja, reconozca y nutra en el cual pueda germinar un compromiso emotivo-reflexivo con uno mismo y con los demás para mejorar la propia subsistencia  y la de los demás que también buscan mejorar su propia subsistencia. Del ser para sí al ser en sí y viceversa. De la relación entre lo particular o individual y lo general o universal en forma enlazada, conectada y vinculada.  Sin la auto-conciencia jamás se puede llegar a una conciencia más amplia que incluya al otro y al entorno.  Sin el individuo jamás se puede llegar al bien común y sin la búsqueda del bien común el individuo jamás se encontrará seguro o pleno y se abandonará a sí mismo y  también abandonará su potencialidad para construir  y transitar hacia un mejor porvenir. Lo colectivo se debe poner de acuerdo con lo individual y lo individual con lo colectivo para verificar aquella obra tan anhelada y que brilla en el horizonte de siempre, llamada bien común. Un sugestivo y poderoso mandato transmitido desde antaño por casi todas las religiones y filosofías “Ama a tu prójimo como a ti mismo” sintetiza lo mencionado. Ahora bien, el libre albedrío es la facultad que nos es inherente para desarrollarnos y crear o para quedarnos quietos o inclusive para destruir. Puede el uno negar al otro y al negar al otro negarse a sí mismo convirtiéndose esta situación en una entelequia o reconocerse el uno en el otro encontrándole el verdadero sentido a este mandato de amor al prójimo desarrollándose así la humanidad, entendida como lazo común, en su potencialidad hacia el porvenir.
 
Contexto nacional


Ahora bien, yendo al contexto nacional, si ni siquiera podemos diferenciar entre la modalidad  del decir veraz de la profecía, de la sabiduría, de la técnica, de la ética  ¿cómo se podrá  tan siquiera analizar someramente nuestro ethos o nuestra forma de ser? Lo peor de la ignorancia es no saber que no se sabe y, por lo tanto, creer que se sabe. Ese fue el gran mensaje de Sócrates sobre la ignorancia.  Si sólo vemos al otro como a un salvador o a un enemigo y lo fundamental en lo externo ¿Cuándo empezaremos a ocuparnos de nosotros mismos? ¿O en la competencia y las exigencias del día a día  la alienación seguirá campeando?