“No hay instauración de la verdad sin una
postulación esencial de la alteridad; la verdad nunca es lo mismo; sólo puede
haber verdad en la forma del otro mundo y la vida otra”. Michel Foucault
El legado filosófico de Michel Foucault
Quisiera mencionar que existen
unos libros, disponibles en Paraguay, sobre la hermenéutica del sujeto; el
gobierno de sí y de los otros, y el coraje de la verdad, particularmente los llamo el legado filosófico
de Foucault y desarrollan sus últimas clases, y que me ayudaron a pensar en el
desarrollo de este artículo. En estas clases justamente Foucault relata el
desarrollo histórico de una modalidad de veridicción a la que los griegos
definían como parrhesía. Esta modalidad
de veridicción implicaba principalmente manifestarse francamente en la
construcción de uno mismo con los demás, en la construcción colectiva, en la
forma de vida que uno lleva y asumir todo lo que esta forma de manifestación conlleva. Los relatos que recogen estas clases sobre
parrhesía abarcan varios aspectos de las
formas de vida y del pensamiento desde la más remota antigüedad, con figuras
resaltantes como Pericles en la política, también con ejemplos en varias obras
de los grandes creadores del teatro griego, con grandes representantes de la
filosofía como Platón o Sócrates, pasando por el despojamiento total de la vida
a la verdad con Diógenes y los Cínicos, con el estilo moral y ético de los
epicúreos, de los estoicos y no olvidando a los pitagóricos, luego con la
ascesis o la vida asceta en el
cristianismo, hasta Kant, Descartes y la modernidad. Foucault menciona que en
el siglo XX son pocos los que se dedicaron
al estudio sobre la relación de la verdad y el ser o la formación de la
subjetividad y destaca a Martín Heidegger y Lacan. Los aportes que hace
Foucault en estas últimas clases son muy valiosos para pensar en nuestra forma
de ser, en nuestro ethos. Sé que es una síntesis muy ajustada, pero sólo es una invitación a
leer los libros mencionados. Siempre
hay algo más que aportar y diciendo esto justamente culmina la última clase de
Foucault: “Eso es todo. En fin, aunque
tenía cosas para decirles sobre el marco general de estos análisis, es
demasiado tarde. Gracias, entonces”, unos meses más tarde Michel Foucault
falleció.
Biopolítica y el otro
El pensamiento antiguo se basaba
principalmente en esta norma inscripta en el oráculo de Delfos “Conócete a ti mismo” y tuvo una
influencia muy grande inclusive en los pensadores modernos como Hegel con su
Fenomenología del Espíritu o por otro lado en el materialismo dialéctico que
describe las condiciones materiales que influyen decisivamente en la formación
del ser.
Teniendo en cuenta esta evolución
del pensamiento referido a dedicarse a uno mismo se puede decir a muy grandes rasgos, siempre
es necesario ampliar, lo siguiente:
En la relación con el otro y con
el entorno podemos observar que nuestro ser para sí es imprescindible para la
propia existencia, pero también para nuestra existencia es indispensable la
relación con el otro y con el entorno. De ahí el destaque que le da la
bio-política al espacio o mejor dicho a la creación de un espacio que acoja,
reconozca y nutra en el cual pueda germinar un compromiso emotivo-reflexivo con
uno mismo y con los demás para mejorar la propia subsistencia y la de los demás que también buscan mejorar
su propia subsistencia. Del ser para sí al ser en sí y viceversa. De la
relación entre lo particular o individual y lo general o universal en forma
enlazada, conectada y vinculada. Sin la auto-conciencia jamás se puede llegar a una conciencia más amplia que incluya al
otro y al entorno. Sin el individuo
jamás se puede llegar al bien común y sin la búsqueda del bien común el
individuo jamás se encontrará seguro o pleno y se abandonará a sí mismo y también abandonará su potencialidad para
construir y transitar hacia un mejor
porvenir. Lo colectivo se debe poner de acuerdo con lo individual y lo
individual con lo colectivo para verificar aquella obra tan anhelada y que
brilla en el horizonte de siempre, llamada bien común. Un sugestivo y poderoso
mandato transmitido desde antaño por casi todas las religiones y filosofías “Ama a tu prójimo como a ti mismo”
sintetiza lo mencionado. Ahora bien, el libre albedrío es la facultad que nos
es inherente para desarrollarnos y crear o para quedarnos quietos o inclusive
para destruir. Puede el uno negar al otro y al negar al otro negarse a sí mismo
convirtiéndose esta situación en una entelequia o reconocerse el uno en el otro
encontrándole el verdadero sentido a este mandato de amor al prójimo
desarrollándose así la humanidad, entendida como lazo común, en su potencialidad
hacia el porvenir.
Contexto nacional
Ahora bien, yendo al contexto
nacional, si ni siquiera podemos diferenciar entre la modalidad del decir veraz de la profecía, de la
sabiduría, de la técnica, de la ética ¿cómo se podrá
tan siquiera analizar someramente nuestro ethos o nuestra forma de ser?
Lo peor de la ignorancia es no saber que no se sabe y, por lo tanto, creer que se
sabe. Ese fue el gran mensaje de Sócrates sobre la ignorancia. Si sólo vemos al otro como a un salvador o a un
enemigo y lo fundamental en lo externo ¿Cuándo empezaremos a ocuparnos de
nosotros mismos? ¿O en la competencia y las exigencias del día a día la alienación seguirá campeando?
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