Introducción
El tipo de desarrollismo que analizamos en este trabajo
tiene que ver con la teoría surgida en Latinoamérica en la segunda mitad del
siglo XX, con mayor ímpetu en los inicios de la CEPAL, que estudia desde una
perspectiva evolutiva a los países periféricos y dependientes, los cuales para
ir logrando mayor autonomía deben dejar de ser meros exportadores de materia
prima para su elaboración en los países industrializados y hegemónicos y su
vuelta a los países periféricos; para ello era necesario, en los inicios del
desarrollo de esta teoría, romper con esa cadena de reproducción de
subdesarrollo y volcarse de lleno a la industrialización de los países
periféricos dentro del contexto y dinámica universal.
En ese sentido el desarrollismo se diferencia de las teorías
críticas discontinuistas que planteaban romper con el modelo económico mundial
dependiente y plantear una nueva forma de organización independiente con relación a la dinámica y contexto universal de dependencia hacia los países hegemónicos.
La teoría desarrollista ha ido evolucionando con el correr del tiempo, desde la segunda mitad del siglo XX hasta nuestros días, con varios ajustes,
remiendos, contextos mundiales nuevos, emergencia de países periféricos e
inclusive refutación y reniegos de algunos de sus propios fundadores.
Este trabajo consta de cuatro partes:
I. Resumen de la obra "Cinco siglos de periferia", de Samuel Pinheiro
Guimarães, que trabaja la dinámica de la relación centro – periferia desde la perspectiva de uno de los grandes países periféricos (Brasil).
II. Resumen de la obra "Los Desafíos de una Nueva Inserción Externa del Paraguay", de Fernando Masi, que trabaja la dinámica de la relación centro – periferia desde la perspectiva de un país pequeño (Paraguay) de la periferia.
III. Marco teórico para entender la dinámica del desarrollismo en las obras de Samuel Pinheiro Guimarães y Fernando Masi, de Juan Carlos Duré Bañuelos, basado en la obras de estos dos escritores.
IV. Mapa de las Estructuras Hegemonicas, de Juan Carlos Duré Bañuelos.
Cinco siglos de periferia
Samuel Pinheiro Guimarães
Teoría General
Relación Centro
– Periferia:
Introducción
El sistema y la dinámica internacional han sido descritos e
interpretados como resultado de un proceso positivo de creciente globalización, interdependencia y progreso económico, en
el cual participan y se benefician, material y espiritualmente, cada vez más y
de forma más democrática, todos los individuos en todos los países. Las
sociedades y los individuos que por ventura no se benefician del progreso son
ellos mismos, de acuerdo con esa imagen, debido
a su arcaísmo, autoritarismo, incompetencia e ignorancia, los únicos y
exclusivos responsables de su destino infeliz, en este mundo deslumbrante y
pleno de maravillas.
Paradójicamente, individuos y países están sujetos a la acción maléfica
diabólica e inexplicable del terrorismo, el narcotráfico y la violencia urbana.
Entretanto, para los grandes Estados y sociedades periféricos, sujetos a
crecientes desigualdades internas y externas, a choques súbitos y la violencia
de sociedades más poderosas, dicha interpretación ilusoria no es adecuada, ni
suficiente, ni útil.
Estructuras hegemónicas
El concepto de estructuras hegemónicas es preferible al de Estado
hegemónico. Se puede entender por Estado hegemónico el que, en función de su extraordinaria
superioridad de poder económico, político y militar con relación a los demás
Estados, dispone de condiciones para organizar el sistema internacional, en sus
diversos aspectos, de tal forma que sus propios intereses, de todo orden, sean
asegurados y mantenidos, si necesario por la fuerza, sin que alguna potencia o
coalición de potencias pueda impedirlo de actuar.
Era esa, por ejemplo, la situación de los Estados Unidos en la inmediata
posguerra. En aquel momento (1946), el producto interno bruto norteamericano
era superior a un 50% del producto bruto mundial. Su estructura económica no
solo no había sido afectada físicamente sino que había pasado por un
extraordinario desarrollo tecnológico, impulsado por las necesidades de la
guerra.
Las tropas norteamericanas ocupaban los países del Eje, los
administraban y estaban estacionadas, en gran cantidad, en bases en países
aliados, como Francia e Inglaterra, y en todos los continentes. Los Estados
Unidos habían demostrado al mundo su liderazgo científico y tecnológico y la
determinación política de utilizarlo, bombardeando con armas nucleares, con intervalo
de tres días, las ciudades de Hiroshima y Nagazaki. Poseían más de un 50% de
las reservas de oro del mundo y eran acreedores importantes de los países
aliados, inclusive de la Unión Soviética, al igual que los países enemigos,
debido a las reparaciones de la guerra. Mientras tanto, la guerra había
humillado o devastado a las antiguas potencias europeas en términos de pérdidas
de vida, traslado de refugiados y destrucción de la infraestructura y del stock
de capital productivo. La periferia de los imperios coloniales no era aún
industrializada y no tenía mayor importancia militar o tecnológica.
Los Estados Unidos, como país hegemónico, reunía condiciones sin
precedentes históricos para intentar, una vez más, reorganizar el sistema
político, económico y militar internacional. Se envolvieron en esa tarea por
medio del proyecto de seguridad colectiva de la Naciones Unidas.
Es posible “atenuar” algunos
aspectos de aquella definición de Estado hegemónico para relativizarla: no se necesita la superioridad absoluta de un
Estado sobre los demás para caracterizarlos como hegemónico. Es posible aceptar
algunas limitaciones de su capacidad de acción, en casos no esenciales. Uno de
los aspectos de la condición de hegemonía es que el Estado es hegemónico en la
medida en que tiene condiciones de abdicar de algunas ventajas que le otorga su
hegemonía, en el corto plazo, en beneficio del objetivo mayor de asegurar el
conjunto de sus intereses a largo plazo.
De ese modo, fue justamente la
situación de hegemonía norteamericana en la posguerra que llevó al gobierno
norteamericano a permitir a Japón el ejercicio de una política comercial
proteccionista y de una política de inversiones que discriminaba el capital
norteamericano. Esa
benevolencia norteamericana hizo que Japón pudiese construir una de las tres
mayores potencias económicas y tecnológicas del mundo, que compite actualmente
con los Estados Unidos y con el cual tiene conflictos económicos notables. Los
Estados Unidos permitieron tales políticas y, para ayudarlas, inclusive con la
generosidad posible a una potencia hegemónica, abrieron su mercado durante
décadas a los productos japoneses, con el triple objetivo de crear una
“vitrina” de prosperidad capitalista enfrente a China, que se tornara comunista
en 1949; de crear una plataforma de abastecimiento industrial militar para sus
fuerzas en la guerra de Corea, entre 1950 y 1954; y, finalmente, de crear
condiciones económicas que debilitasen el poderoso movimiento sindical
socialista japonés.
La misma constelación de
intereses de largo plazo de potencia hegemónica llevó a los Estados Unidos al
proyecto de reconstrucción de Europa. Dicho proyecto estaba integrado por tres
vertientes; el Plan Marshall, la Comunidad Económica Europea (CCE) y la
Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN). El Plan Marshall fue un
enorme programa de donativos y de inversiones privadas, inclusive en países
donde los comunistas habían sido elementos decisivos en la resistencia contra
el nazismo. Ya la OTAN construyó una barrera militar frente a la Unión
Soviética, barrera cuya existencia legitimó la presencia permanente de tropas
norteamericanas en Europa, hecho históricamente inédito.
Según algunos analistas, por no existir actualmente un Estado
claramente hegemónico, el escenario internacional podría ser mejor descrito
presentando una unipolaridad militar (hegemonía) norteamericana; una
multipolaridad económica competitiva (ausencia de hegemonía), integrada por la “tríada”: Estados Unidos, Japón y Unión
Europea; y un condominio político
ejercido por los miembros permanentes del Consejo de Seguridad de las Naciones
Unidas.
Otros analistas insisten en que el papel de los Estados es cada vez más reducido en el escenario
internacional y que estarían siendo rápidamente sustituidos por empresas multinacionales, transnacionales, globales,
que “eliminarían”, en la práctica, las fronteras y que desconsiderarían las
legislaciones y políticas nacionales, de cualquier Estado y, con más razón, de
los Estados periféricos.
Esos puntos de vista no toman en cuenta que los intereses económicos de
las grandes empresas siempre han estado vinculados a los Estados, de una forma
o de otra, desde el Comité de los 21 de la República Holandesa hasta a las
grandes compañías inglesas de comercio y a las corporaciones transnacionales
norteamericanas de hoy. Sin embargo, las megaempresas actuales no tienen cómo
transformarse en organismos legislativos y sancionadores legítimos, o sea,
aceptados por la sociedad, que serán siempre indispensables mientras haya competencia
y conflicto entre empresas, clases, grupos sociales, étnicos, religiosos, etc.
Las principales funciones del
Estado –además de la defensa del territorio y de su soberanía- son: legislar, o
sea, crear normas de conducta; sancionar, o sea, condenar a los violadores de
dichas normas; dirimir conflictos sobre su interpretación, y, finalmente,
defender los interese de sus nacionales y de sus empresas cuando éstas se
encuentran bajo jurisdicción extranjera.
Esas funciones estatales son radicalmente distintas de las funciones de
las “empresas”, que consisten en producir y distribuir bienes de forma privada,
a partir del mercado. La emergencia de agencias supranacionales, estructuras de
naturaleza estatal, no extingue ni modifica la necesidad de aquellas funciones
del Estado, ni invalida el racionamiento citado. En el pasado, como ilustra el
ejemplo alemán, pequeños Estados soberanos o semisoberanos se unieron para
formar entes estatales mayores para poder defender mejor los intereses públicos
y privados de los miembros de su sociedad, individuos o personas jurídicas. Por
lo tanto, el fenómeno “supranacional” no es nuevo.
Así, consideramos el concepto de estructura
hegemónica más apropiado para abarcar los complejos mecanismos de dominación.
El concepto de “estructuras hegemónicas de poder” evita discutir la existencia o no, en el mundo pos Guerra Fría, de una
potencia hegemónica, los Estados Unidos, y determinar si el mundo es
unipolarizado o multipolarizado, si existe un condominio o no. El concepto de “estructuras
hegemónicas” es más flexible e incluye vínculos de interés y de derecho,
organizaciones internacionales, múltiples actores públicos y privados, la
posibilidad de incorporación de nuevos participantes y la elaboración
permanente de normas de conducta, pero en el núcleo de esas estructuras están
siempre los Estados nacionales.
Las estructuras hegemónicas tienen su origen en la expansión económica y
política de Europa, que se inicia con la formación de los grandes Estados
nacionales. En España, con la conquista de Granada y la expulsión de los moros
(1492); en Francia, con el fin de la Guerra de los Cien Años (1453), la
expulsión de los ingleses, y la creación, por Enrique IV, del Estado unitario;
y en Inglaterra, a partir de la reina Isabel I (1558-1603). La expansión
europea se acelera con el ciclo de los descubrimientos, después de la caída de
Constantinopla (1453) que intensifica la búsqueda de la ruta marítima hacia
Oriente y la consecuente expansión mercantil y la acumulación de riquezas con la
formación de los imperios coloniales, a partir de Cortés (1521) y de Pizarro
(1533) y en Brasil, a partir de la caña de azúcar en Pernambuco. La revolución
tecnológica, militar e industrial de los siglos XVIII y XIX, con la máquina de
vapor (precondición de la industria, al sustituir la fuerza animal, hidráulica
y eólica por una fuente de energía permanente, regulable y estable), consolida
la supremacía europea en el escenario internacional.
La dinámica de los ciclos de acumulación capitalista y de las relaciones
entre el gran capital privado y el Estado y entre tecnología, fuerzas armadas y
sociedad explica, en gran parte, los procesos de formación de las estructuras
hegemónicas de poder. Esos procesos pasaron, entre 1917 y 1989, por una fase crucial
de disputa con el modelo socialista alternativo de organización de la sociedad
y el Estado, interrumpida de 1939 a 1946 por el conflicto, surgido en el
interior de las propias estructuras, con los Estados contestatarios, Alemania,
Japón e Italia (1939-1946).
Al superarse esa fase crucial, las estructuras hegemónicas han tratado
de consolidar su extraordinaria victoria ideológica, política y económica
mediante la expansión de su influencia y acción en todo el mundo, especialmente
sobre los territorios que estuvieron, hasta poco tiempo antes, bajo la
organización socialista y sobre aquellos territorios de la periferia a los
cuales ellas habían permitido tácticamente “desvíos” de organización económica
y política en el periodo más intransigente de la disputa con el modelo
socialista alternativo.
Actualmente, las estructuras hegemónicas, cuyo liderazgo varía de
acuerdo con el espacio geográfico, el momento y el tema en cuestión,
desarrollan estrategias activas de preservación de su poder económico,
tecnológico, político, militar e ideológico.
Estados periféricos: contrastes y
semejanzas:
Contrastes:
- Hace
referencia a las diferencias extraordinarias entre los grandes países de
la periferia.
- Menciona la
situación de reracionamiento vigilante en su relacionamiento recíproco, su
desconocimiento recíproco.
- El esfuerzo
permanente de los países centrales de estudiar la periferia y formular
sobre ella sus propias visiones, como herencia de las necesidades de
control del periodo colonial, visiones que son difundidas y absorbidas por
la propia periferia; en contraposición a la escasez e incluso la
inexistencia de estudios de nacionales de un país periférico sobre
aspectos de otro, aun cuando sean vecinos.
- Diferencias
religiosas, filosóficas, ideológicas, raciales.
- Enormes disparidades
de renta y de propiedad, de riqueza y de pobreza, de cultura y barbarie en
los grandes estados periféricos.
- El
colonialismo y su influencia en la evolución de la periferia.
Semejanzas:
- Grandes
estados periféricos: Aquellos países no desarrollados, de gran población y
gran territorio, no inhóspito, razonablemente capaz de explotación
económica y donde se formaron estructuras industriales y mercados
inter4nos significativos.
- Importancia
económica efectiva de una población numerosa que depende de su nivel
educacional, de salud y de productividad (que depende a su vez del stock
de capital) y, por lo tanto de su renta.
- Una población
numerosa, en un territorio extenso, trae, en sí, un gran potencial
económico, científico-tecnológico, militar y político.
- La
población numerosa permite desarrollar un mayor número de actividades
productivas y, en cada una de ellas, lograr escalas económicas mínimas de
producción.
- Construcción
de un mercado interno más amplio, diversificado y dinámico puede reducir la dependencia
del mercado externo, la vulnerabilidad del sistema económico a choques
exógenos.
- Puede
reducir la posibilidad de oscilaciones bruscas en los niveles dde bienestar de
la población, y en su trayectoria de desarrollo.
- Sin una
política orientada hacia ese objetivo no puede surgir en la periferia un
mercado interno amplio, diversificado y dinámico.
- El territorio
extenso y pasible de explotación económica implica la posibilidad de que
posea mayor variedad de recursos minerales, mayor biodiversidad, producción
agrícola diversificada, mayor necesidad de investigación y actividad
espacial, de telecomunicaciones y aeronáutica, aéreas de punta del
desarrollo tecnológico y económico.
- Esas
potencialidades si fueran explotadas, causan menor dependencia con relación
al abastecimiento de energía, de alimentos y de insumos industriales. Una
menor dependencia, agregada a la mayor importancia relativa del mercado
interno puede reducir no solamente la vulnerabilidad del sistema económico
a choques externos, sino también su vulnerabilidad a presiones políticas y
militares exógenas.
- El desarrollo
de las potencialidades provenientes de una población numerosa y de extenso
territorio provocaría un efecto notable sobre la capacidad económica y el
potencial militar y, en consecuencia, sobre la capacidad de ejercer
influencia política en los ámbitos regional y mundial.
- Esas
potencialidades para promover mayor acumulación de capital, desarrollo
científico y tecnológico, producción y productividad, capacidad militar
convencional y no convencional, competitividad amplia y diversificada en
el ámbito internacional con menor vulnerabilidad a choques y presione
externas, son las que distinguen a los grandes países periféricos de los
demás países de la periferia.
- Los países medios, muy especialmente los
pequeños Estados de la periferia, aunque sean capaces de acumular capital,
desarrollar tecnología y lograr altos niveles de bienestar, tendrán,
debido a las limitaciones de su población y territorio, que desarrollar
grados más elevados de especialización productiva y que depender en mayor
medida de insumos y de bienes finales del mercado mundial y colocar en el
mismo una parcela mayor de su producción. Por ese motivo, los países
medios, y más aún los pequeños, mini y micro Estados, estarán más sujetos
a choques, naturales o artificiales, y a presiones externas, tanto
políticas como económicas. Son más vulnerables y dependientes de las
estructuras hegemónicas de poder y más sujetos a los efectos de la
evolución de los grandes fenómenos que caracterizan el escenario
internacional.
Objetivos estratégicos de los
grandes Estados Periféricos:
- Disminuir las
disparidades externas
- Construcción
de la democracia real
- Lucha por la
multiculturalidad y la identidad
- Reducción de
la vulnerabilidad externa
Desafíos de la política exterior:
Grandes ejes geográficos:
Los Estados Unidos constituyen, por
inexorabilidad geográfica, el gran desafío para la política exterior brasileña, pues Brasil está en una zona de influencia
directa de la superpotencia.
La situación geopolítica de
Brasil en América del Sur,
donde tiene fronteras con diez países; su capacidad para articular iniciativas
en defensa de los intereses de la región, intereses de la región, intereses que
los Estados Unidos no siempre comparten; los ejercicios militares
norteamericanos realizados en regiones cercanas a las fronteras con Brasil; las
operaciones contra el narcotráfico y el terrorismo, con la participación de
asesores norteamericanos en países vecinos; las constantes insinuaciones sobre
la internacionalización de la Amazonía por razones ambientales y ahora con el
pretexto de la futura escasez de agua, y la visión norteamericana de que las
fuerzas armadas de los países de América del Sur deben reducirse a lo mínimo y
cumplir funciones sólo de policía interna, son una gama de temas que pueden
conducir a situaciones conflictivas.
Las necesidades del desarrollo
económico brasileño,
especialmente en sus aspectos externos, pueden fácilmente plantear desafíos de
conflicto o de cooperación. Por una parte, la economía puede beneficiarse con
las inversiones directas y financiaciones externas, que naturalmente generan
lucros e intereses, los cuales, de alguna forma deben ser contrarrestados por
ingresos de divisas que, en el caso brasileño, tendrán que proceder de
superávits en la balanza comercial; y por otra, Brasil necesita expandir sus
exportaciones, en especial hacia mercados de alto poder adquisitivo como los
Estados Unidos, pero tiende a encontrar la reacción del proteccionismo, antiguo
o “moderno”, de aquellos sectores que sufren con la competencia brasileña y que
alegan ser víctimas de dumping, de subsidios etc., como demuestran los ejemplos
del acero y del jugo de naranja.
La incapacidad de expandir las
exportaciones debido al neoproteccionismo de los mercados desarrollados, combinada con la presión, en especial de los
Estados Unidos, para que Brasil mantenga el régimen liberal de importaciones,
puede llevar rápidamente a desequilibrios aún más graves en la balanza
comercial. El déficit estructural de las demás rúbricas puede acentuar la
tendencia a desequilibrios crónicos de la balanza de cuentas corrientes que, si
no pueden ser financiados por ingreso de capitales, como actualmente (1999)
ocurre, podrán obligar a adoptar políticas de control que se chocarán con
fuertes objeciones norteamericanas.
La iniciativa de los Estados
Unidos de situar bajo su hegemonía, mediante acuerdos en el cuadro de la Cumbre
de Miami, a los países del hemisferio, siendo el proceso más avanzado el del ALCA, si no llevó a conflictos,
antes, llevará por cierto a conflictos en el futuro. Las necesidades políticas y económicas de la sociedad brasileña, cuando
llegue a una dimensión de más de 240 millones de habitantes, por el año 2025, se
chocarán con ese marco jurídico, cuya característica central es reducir
fuertemente los grados de libertad de conducir todo orden de políticas.
La continuidad del bienestar
económico y de la seguridad política de los países altamente desarrollados
depende de un esfuerzo permanente de investigación científica y tecnológica, en gran medida autónoma (pese a llamadas
alianzas estratégicas), como ellos mismos no se cansan de reconocer y pregonar.
Este razonamiento se aplica con más razón a un país con las
características de Brasil. Superar la
idea, equivocada, de que el conocimiento científico y tecnológico se adquiere
“libremente” en el mercado, y los esfuerzos para adquirir ese conocimiento,
que debe ser autónomo, principalmente en la áreas más sofisticadas y de acceso
restricto (y más lucrativas), representan un potencial de conflicto con quienes
suministran los bienes producidos por esas tecnologías, en especial los Estados
Unidos.
América del Sur es la circunstancia inevitable, histórica y
geográfica, del Estado y de la sociedad brasileña.
Brasil es uno de los Estados con mayor número de vecinos, diez, con un
litoral de los más extenso del mundo, y la asimetría territorial, demográfica y
económica entre este país y sus vecinos es extraordinaria.
Hasta el momento, por diversas razones, las relaciones entre Brasil y
sus vecinos fueron relativamente tenues, excepto con los países del Cono Sur,
donde se desarrolla una iniciativa estratégica de integración económica a
partir de un esquema de una unión aduanera y que actualmente enfrenta un triple reto: la profundización temática, su
ampliación geográfica en América del Sur y su supervivencia ante el ALCA, como
se vio en el capítulo anterior.
Con los demás vecinos, la distancia entre los respectivos centros
dinámicos, la selva, la montaña y el desierto demográfico en las fronteras han
sido obstáculos que tornaron escasas tanto las posibilidades de cooperación
como las situaciones de conflicto.
En la medida en que la economía brasileña se articula
con las de sus vecinos por vínculos de infraestructura, como ITAIPU, el
gasoducto Brasil-Bolivia, y la interconexión eléctrica con Venezuela; en que
las fronteras se vuelven más pobladas y aumenta el número de inmigrantes; en
que crecen el comercio y las inversiones brasileñas en los países vecinos; en
que se acentúan las disparidades sociales, las tensiones y los conflictos
internos estimulados por las políticas neoliberales en ciertos países, como
Colombia, las situaciones de cooperación y las de conflicto pueden convertirse
en un reto cotidiano, sumamente delicado y complejo, para la política exterior
brasileña, que tendrá que rebasar la retórica para lograr niveles mucho más
profundos de cooperación política y económica.
África, en especial su cono sur –donde se encuentra
la mayor economía del continente, los dos mayores Estados africanos de lengua
portuguesa, además del Congo, con sus extraordinarias riquezas minerales-es
hasta hoy en día un poco más que una hipótesis de frontera de política
exterior. Urge elaborar un programa estratégico del Estado brasileño con
recursos definidos, aunque inicialmente modestos, para construir vínculos
políticos, militares, comerciales y tecnológicos. La ilusión de que las
empresas brasileñas o extranjeras ubicadas en Brasil podrían, espontáneamente,
construir esos vínculos, debe ser superada, pues las primeras no disponen en
general de los recursos organizativos y financieros, al tiempo que las
segundas, por motivos obvios, no lo harán, pues ya se encuentran en esas áreas
o, si no se encuentran, se instalarán allí cuando crean conveniente, por medio
de sus matrices.
Europa es uno de los desafíos más complejos y
ambiguos para la política exterior brasileña.
Por una parte, los principales Estados europeos se articulan de una
forma u otra con los Estados Unidos, en el ámbito de las estructuras
hegemónicas de poder, cuando se trata de definir sus políticas con relación a
la periferia del sistema internacional, inclusive con Brasil, como fue
demostrado al final de la Ronda de Uruguay.
Por otra parte, las disputas veladas o abiertas, entre la Unión Europea
y los Estados Unidos, en distintas instancias, abren oportunidades de
cooperación entre Brasil y esos Estados, en especial en las áreas de ciencia y
tecnología y de la lucha por la preservación de las identidades culturales
nacionales contra la homogeneización cultural anglosajona.
En diversos momentos se intentaron, con distintos grados de éxito,
operaciones para establecer una amplia cooperación entre Brasil y los Estados
más importantes de Europa, o sea, Alemania, Francia e Italia, como la
implantación de la industria automovilística y aeronáutica, el programa nuclear
y el programa del avión de combate AMX.
Los actuales programas de cooperación científica y tecnológica pueden
ser la base para construir programas más intensos, que abarquen desde la
investigación hasta la construcción en áreas de especial complejidad y de gran
importancia para el futuro desarrollo tecnológico; para ello, es necesario
elaborar decisiones de Estado, o sea, definir programas estratégicos y
altamente enfocados por parte de Brasil.
Asia presenta hoy día, ante la crisis que se abatió
sobre los tigres, dragones y gansos asiáticos, una lección y oportunidad de
gran interés para la política exterior brasileña. La lección fue haber revelado
la fragilidad de las políticas de desarrollo excesivamente volcadas en el
mercado externo, que habían sido elogiadas hasta el cansancio por los medios de
comunicación y por la academia, y haber permitido una reflexión mayor sobre la
importancia del mercado interno para países con la dimensión y el potencial de
Brasil. La oportunidad es que aquellos países acumularon una experiencia y un
conocimiento tecnológico que les permite construir programas de cooperación
entre empresas brasileñas y de esos países naturalmente con el apoyo del
Estado, en áreas de tecnología avanzada de gran interés para Brasil, como la
tecnología de la información.
Fuera de la crisis, la India y China representan un desafío político
para la diplomacia brasileña, como grandes Estados con interés en la
multipolaridad del sistema internacional y en la lucha contra hegemonías que
intentan impedir la plena realización del potencial de los Estados de la
periferia.
Ejes temáticos:
La movilización disciplinada del
ahorro externo demanda un esfuerzo
especial de la diplomacia. Por un lado, se verifican dificultades crecientes de
la balanza de pagos y, por lo tanto, hay necesidad de atraer inversiones que
aumenten la capacidad productiva y las exportaciones, y, por otro, está en
curso un esfuerzo político de las estructuras hegemónicas de definir, negociar
e imponer normas jurídicas internacionales, como el Acuerdo Multilateral de
Inversiones (MAI). Dichas normas limitarían cada vez más la posibilidad de que
los países hospedantes establezcan condiciones y regulen las actividades de las
inversiones de las mega empresas multinacionales.
Esta es una situación en que si Brasil no acepta esas normas, se
crearían situaciones de conflicto con los Estados más poderosos que promueven
su negociación, al tiempo que su aceptación provocaría graves perjuicios a la
amplitud de ejecución de políticas de desarrollo.
Se vuelve necesario articular la cooperación con otros países que son,
como Brasil, receptores de capital, en el sentido de tratar de asegurar la mayor
libertad posible para disciplinar las inversiones extranjeras directas, en
especial en lo que respecta al esfuerzo que deben hacer para aumentar los
ingresos de divisas de los países hospedantes.
La posibilidad de articulación internacional
para controlar la conducta de capitales (especulativos) de corto plazo
parece remota, al tiempo que cada país, como alguno lo están haciendo, puede
tratar de desarrollar políticas que reduzcan su dependencia de esos capitales
predatorios.
La expansión de los organismos internacional y la normalización plantean
a Brasil un desafío extraordinario, que se disimula por el culto al formalismo
jurídico y por la posición, altamente equivocada, de que mejor tener una norma
jurídica internacional de que no tener.
No se necesita pensar dos veces para concluir que es peor aceptar y
legitimar una norma jurídica internacional asimétrica o falsamente “reciproca”,
que cristaliza una relación de poder perjudicial a Brasil, que no aceptarla.
Hay que observar que las agencias
internacionales están comprometidas con un proceso amplísimo de elaboración de
normas, inducido y conducido por los Estados que se encuentran en el centro de
las estructuras hegemónicas, para disciplinar las relaciones económicas y
políticas internacionales, de tal forma que se consolide y perpetué el poder de
dichas estructuras hegemónicas.
En el campo económico, esas agencias internacionales, sacando provecho
de las crisis periódicas de los stocks excesivos de deuda externa provocan en
las economías periféricas, pasaron a elaborar y a imponer normas de conducta
que limitan la posibilidad de los Estados de formular y ejecutar políticas de
promoción del desarrollo económico.
Asimismo, la concentración de poder político y militar que se verifica
por la acción combinada para fortalecer el Consejo de Seguridad y para imponer
acuerdos “desiguales” de armamentos, convencionales o no, hace del ingreso de Brasil en el consejo de Seguridad la cuestión
central de la política exterior.
Este tema no tiene nada que ver con la participación en órganos
económicos internacionales, como el G7, hoy G8, ni con la amistad con otros
Estados: se trata, eso sí, como hemos visto en el capítulo anterior, de una
oportunidad única, que surge de la conjunción de tres factores. La necesidad de
incluir a Alemania y Japón en el consejo, el mecanismo jurídico de enmienda a
la Carta y la no representación actual, en el Consejo, de la periferia y de
América Latina.
Sin perjuicio de su amistad con vecinos o de la importancia de una mayor
participación en los organismos económicos internacionales, Brasil debe
aprovechar esa oportunidad que se presenta ahora y que no se repetirá.
El acceso a la tecnología de
punta es crucial para el
desarrollo brasileño y para su capacidad de acción política. Obviamente, los
países líderes en investigación científica y tecnológica cuidan el sigilo de
sus actividades y descubrimientos. Sin embargo, se abre una oportunidad de
atraer mano de obra científica excedente en ciertos países, como Rusia, hacia
nuestros centros de investigación y desarrollar sociedades como la que existe
con China en el área espacial. Es evidente que sin un programa estratégico de
Estado ninguna de las iniciativas puede prosperar.
Las cuestiones relativas al medio
ambiente pueden encararse desde dos ángulos: primero, el uso adecuado, a
largo plazo, de los recursos naturales; y segundo, la división internacional de
los costos de preservación del medio ambiente. Desde el primer ángulo, es obvio
que es interés de la sociedad brasileña, aunque no de todos su segmentos,
preservar el medio ambiente nacional y las estrategias y programas de controlo
de fenómenos ambientales transfronterizos, como la reducción de la capa de
ozono. Desde el ángulo de la política internacional, es indispensable tener siempre
presente que los países centrales son responsables casi exclusivos de riesgo
principal al medio ambiente, o sea su stock de armas nucleares, sus centrales
nucleares civiles y el depósito de desechos nucleares, y de lejos, por la mayor
parcela de daños de todo orden al medio ambiente, como la emisión de gases
tóxicos.
El desafío a enfrentar es evitar que esos países, por medio inclusive de
la difusión de teorías equivocadas sobre el origen de los daños al medio
ambiente, logren aprobar estrategias internacionales que incluyan metas y
sistemas de distribución de encargos que penalicen a los países
subdesarrollados, tornándolos responsables de una parcela mayor de los costos
relativos a la preservación ambiental.
La cuestión de los derechos
humanos tiene igualmente dos
aspectos. El primero corresponde al interés de la sociedad brasileña, en
especial sus mayorías, victimas de la concentración de poder y de las
violaciones que preservan esa concentración, en que se adopten políticas
energéticas de defensa y promoción de los derechos humanos lato sensu, o sea,
económicos, políticos, sociales, desde sanciones a las violaciones específicas
hasta el rechazo de políticas concentradoras de renta y riqueza.
El segundo aspecto es la manipulación, por parte de las estructuras
hegemónicas, del tema de derechos humanos contra los Estados de la periferia,
cuando les es conveniente, al mismo tiempo en que cometen actos de violación de
derechos humanos de mayor gravedad como, según estudios de la Facultad de Salud
Pública de Harvard, la muerte de 500 mil niños en Irak debido al embargo
promovido por los Estados Unidos, por medio de la ONU.
El desafío para la política exterior brasileña es doble: demostrar los
esfuerzos de defensa y respeto a los derechos humanos en Brasil y, segundo,
denunciar la utilización selectiva de ese concepto como instrumento de política
internacional por terceros países directa o indirectamente, por medio de
organizaciones no gubernamentales que muchas veces cuentan con financiación
oficial.
La construcción de la capacidad
militar es un tema muy importante, pese a la opinión de quienes consideran
que hemos ingresado en una era de paz, que Brasil es un país pacífico y que por
esas dos circunstancias puede prescindir de fuerzas armadas. Como hemos visto
las tendencias del sistema internacional, en especial la concentración de poder
y la marginación de Estados y grupos sociales estructuras hegemónicas y de la
superpotencia, hacen prever una era de conflictos de todo orden y del uso de la
fuerza por las estructuras hegemónicas para controlar la periferia.
De ese modo, en este contexto internacional, el examen superficial de
tres hipótesis “radicales” de evolución de la sociedad brasileña, revela la
importancia de la capacidad militar en ese mundo inestable, violento e
imprevisible, como han demostrado los acontecimientos de los últimos años.
La primera hipótesis “radical” supone que el capitalismo en Brasil se
consolida, que la economía se integra, que los desequilibrios regionales y de
renta se amenizan. Se verificaría, a partir de cierto momento, un proceso de
acumulación de capital de tales dimensiones que Brasil se transformaría de país
receptor en país exportador de capitales.
En ese caso, las inversiones y los intereses de las empresas brasileñas
en diversos Estados, y los interines del Estado brasileño, empezando por
vecindad geográfica, en algunas de las situaciones que fueron anteriormente
señaladas, no serán necesariamente protegidas solo por buenas intenciones y
hermosas palabras y, por cierto, al igual que la política exterior de Estados
con intereses mundiales, la nuestra tendrá que incluir el aspecto militar.
La segunda hipótesis es la de que, debido a las graves desigualdades
internas y vulnerabilidades externas, el proceso de desarrollo capitalista
sería incapaz de integrar a la sociedad. La creciente marginación y la
exclusión social de regiones y de grupos de la sociedad brasileña provocarían
situaciones conflictivas de tal naturaleza, que podrán conducir eventualmente a
modificar las estructuras políticas y al surgimiento de regímenes capaces de
adoptar políticas fuertemente contrarias a los intereses de otros Estados. En
ese caso, como en el anterior, la defensa de nuestra soberanía y
autodeterminación exigirían la existencia de fuerzas armadas aguerridas,
adiestradas y modernas.
La tercera hipótesis es la de que las dificultades en promover el
desarrollo integrado, y en reducir las disparidades regionales y personales de
riqueza, renta y poder agudicen las tensiones políticas, lleven a una situación
de anomia y de serios conflictos sociales y regionales. La tentación de la
intervención de terceros Estados, seriamente, por una u otra razón –ya se para
proteger sus intereses, o para apoyar separatismos- sería grande. Para que el
Estado y la sociedad brasileña puedan defenderse de esas hipótesis, hoy día
remotas, pero que pueden convertirse en posibilidades cada vez más concretas,
la organización de fuerzas armadas democráticas, adiestradas, equipadas y
eficientes, es esencial, incluso para desestimular veleidades de intervención
extranjera.
La lucha por la construcción de
un mundo multipolar deber prevalecer en la estrategia para reducir la
vulnerabilidad externa de cualquier gran Estado periférico, inclusive Brasil.
La lucha por la multipolaridad amplia para Brasil el espectro de posibilidades
de construir alianzas especificas, con el propósito de reducir los efectos de
la concentración de poder que aumenta cotidianamente el abismo entre Estados y
sociedades y augura un futuro de violencia para preservar privilegios
provenientes de esa concentración.
Mientras las estructuras hegemónicas y la periferia, espera y aguarda
que la sociedad brasileña se convenza de que solo nuestro esfuerzo, nuestra
autoestima y nuestra confianza podrán construir una política de desarrollo
soberna y eficaz, por no estar subordinada a los intereses y a los objetivos de
las estructuras hegemónicas.
Solamente así se aumentará la probabilidad de lograr el gran objetivo
estratégico de “escapar de la periferia”,
esencial para que la sociedad brasileña pueda usufructuar de los beneficios de
un progreso económico sostenido, de una justicia social creciente y del
ejercicio de la democracia real.
Extractos de “Los Desafíos de una
Nueva Inserción Externa del Paraguay”,
Fernando Masi
Nuevo orden mundial
Un nuevo orden mundial se encuentra en ciernes y su consolidación se
espera en las próximas décadas. La reconfiguración del sistema económico y
político mundial se presenta a partir de los siguientes hechos: la emergencia
de poderes intermedios frente a los países desarrollados, la construcción de un
nuevo motor del dinamismo económico mundial en el Asia, el surgimiento de
nuevas tendencias como el envejecimiento de la población y el fin de la era de
las materias primas baratas a nivel internacional.
En este contexto, el Paraguay debe optar por una estrategia de
integración al mundo, antes que el cambio mismo imponga la forma en que el país
se integrará. Sin embargo, esta necesidad de fijar una estrategia de inserción
externa de largo plazo despierta unas serie de inquietudes, las cuales precisan
ser contestadas asertivamente si se desea alcanzar exitosamente una integración
beneficiosa. Algunas de estas son: ¿Cuál es el rol del Estado en la inserción
internacional de un país que ha dejado este espacio a intereses privados de
carácter muy atomizado y a las fuerzas internacionales? ¿Cómo será la
estrategia de inserción del país y cuáles serán las bases de sustentación de
este modelo económico/político? ¿Cómo se construirán las alianzas
público-privadas para aprovechar la nueva situación y apostar a una inserción
que permita el desarrollo económico del país, en base a la mejora de su
estructura productiva, sus capacidades y sus conocimientos?
El nuevo contexto mundial
Para una inserción económica diferente y competitiva del Paraguay en la
región y en el mundo, se deben considerar, además de los cambios estructurales
que ha sufrido el país a partir de la instauración del proceso democrático, los
cambios en el sistema económico y político mundial en los últimos diez años.
Estos están mostrando una desaceleración en los países desarrollados que han
dominado la economía mundial en gran parte de los últimos 200 años (Estados
Unidos, Europa Occidental y Japón), con la emergencia de una serie de potencias
intermedias, que poseen una gran extensión de tierras, gran cantidad de
población, y cuyas economías, en los últimos años, han crecido fuertemente, así
como su influencia política y sus ambiciones a nivel global (Brasil, Rusia,
India, Irán*, China, Sudáfrica – BRIICS). Por otra parte, otros países del mundo
en desarrollo crecen también considerablemente, integrándose al fragmentado
sistema global y fortaleciendo sus posiciones en el plano internacional: es el
caso de los llamados “tigres” del Sudeste Asiático. En el caso
sudamericano, ejemplos notables de esta dinámica son México, Chile, Perú y
Colombia.
* Es agregado mío por las relaciones que tienen estos países con Irán.
El nuevo mundo
El nuevo milenio ha hecho visibles cambios importantes en el eje de las
relaciones entre países y la forma en que se realizan las transacciones
comerciales y las inversiones mundiales.
En primer lugar, la fragmentación de la producción, resultado de los
cambios geopolíticos, económicos y tecnológicos en los últimos años, dio lugar
a la modularización de las actividades productivas. Esto permitió el
surgimiento de una nueva división del trabajo a nivel internacional, y la
aparición de nuevas oportunidades económicas para los países en desarrollo
(Berger, 2006). Así, la lógica del comercio mundial se transformó: las grandes
empresas transnacionales se han convertido en distribuidores de la producción
de bienes y, subsecuentemente, de los beneficios económicos en importantes
partes del globo terráqueo. Este fenómeno ha permitido la creación de cadenas
globales y regionales de valor, las cuales dominan las relaciones entre las
empresas que forman parte del tejido productivo mundial (Dunning y Lundan,
2008; Gereffi, Humphrey y Sturgeon, 2005).
Este tipo de nueva estructura permite la posibilidad de generar comercio
intraindustrial en regiones donde el mismo era prácticamente inexistente 30
años atrás, siendo los ejemplos más notables China y el Sudeste Asiático
(Fukao, Ishido e Ito, 2003; Haddad, 2007). Por otra parte, la mejora de las
telecomunicaciones dio lugar al outsourcing de servicios al exterior, un
proceso que es recurrente en países como la India y, en los últimos tiempos, Tailandia (Jain,
2006).
En segundo lugar, en los últimos años se ha visto una nueva situación en
torno a los precios de los productos básicos a nivel mundial. Durante la última
década estos precios han aumentado significativamente; lo que puede observarse
en el crecimiento del índice de precios de commodities primarios realizado por
el FMI. Esto ha causado importantes modificaciones en la estructura del
comercio de los países exportadores de este tipo de bienes, y ha puesto fuerte
presión en aquellos importadores netos.
En tercer lugar, la cada vez mayor competencia mundial para el
crecimiento de la productividad y de la competitividad en base a innovaciones
tecnológicas impone a los países la necesidad de la mejora de su
infraestructura (Brooks, 2009; Fujimora, 2004) y la capacitación de sus
recursos humanos (Arce y Servín, 2011). Países que anteriormente se encontraban
en posiciones periféricas en la economía mundial comienzan a ser integrados en
base a los intereses específicos de otros países o empresas multinacionales:
este es el caso de la integración del África en nuevas cadenas globales de
valor (Gibbon y Ponte, 2005).
Estas nuevas condiciones mundiales marcan un nuevo momento para los países
de América del Sur, que comienzan a recomponer su rol de exportadores en el
contexto mundial y a tener una oportunidad para cambiar su tipo de inserción
económica internacional actual, a partir del crecimiento económico de la última
década.
La nueva región
En este sentido, Sudamérica recupera su rol de proveedor de materias
primas a las nuevas regiones manufactureras, ya sea tanto vía commodities
minerales como vía commodities agrícolas. El marcado repunte económico de los
últimos años está fundado en la exportación de estos productos básicos, que ha
permitido la mejora en las condiciones de vida de aquellos países intensivos en
recursos naturales.
Sin embargo, dentro de la misma región esto ocurre de forma
diferenciada. Las estrategias de los países de integración al mundo difieren fuertemente.
En los últimos años existe una creciente división del territorio sudamericano
en dos grandes ejes, el Atlántico (Argentina, Brasil, Uruguay, Venezuela,
Bolivia) y el Pacífico (Chile, Perú, Ecuador, Colombia). Mientras que en el
primer caso los países tienen una tendencia a la unificación de intereses,
liderada por Brasil, hacia un desarrollo endógeno; los países del Pacífico, de
economías más pequeñas, buscan el acercamiento mayor a las economías de alto
crecimiento del Asia, y una mayor apertura del comercio a nivel global. Estas
posturas se ven reflejadas en las decisiones internas de los países: mientras
los gobiernos del Pacifico son más proclives a los intercambios comerciales y
desarrollan una estructura productiva con incipientes progresos en
diversificación, pero aún basada en exportación de commodities minerales: los
países del Atlántico se muestran más retice4ntes al comer4cio internacional y
más proclives al desarrollo de sectores industriales para la explotación del
mercado interno de estos países, con la esperanza de una mayor explotación del
vasto mercado brasileño.
Por otra parte, la exportación de commodities está teniendo un efecto no
buscado, que es la resta de competitividad a los productos vía aumento del
precio de moneda local (Enfermedad Holandesa), obstaculizando la
diversificación de la canasta exportable. Esto, sumando al preponderante rol de
China y los países del Este Asiático en la producción de manufacturas a nivel
mundial, pone en riesgo la capacidad de diversificación de las economías y pone
en duda la sustentabilidad de las estrategias de crecimiento basadas en la
exportación de productos con bajo valor agregado. La necesidad de establecer
estrategias para el desarrollo productivo y la inserción exitosa al mercado
mundial es una meta compartida por todos los países de la región.
Recomendaciones
El Paraguay puede aprovechar los cambios a nivel regional y mundial si
apuesta a un nuevo tipo de integración con el mundo. La mediterraneidad del
país, sin alternativas viables de salida al mar en más de mil kilómetros, puede
se paliada con una buena red de vasos comunicantes, desarrollados con una nueva
infraestructura vial y la mejora del existente. También se debe tener en cuenta
que la posición geográfica del Paraguay entrega ciertos beneficios de
localización (dada su equidistancia con varios polos productivos de Sudamérica)
poco explotados debido a la falta de estos vasos comunicantes. El impulso a los
programas de infraestructura referidos al la mejora de la calidad de navegación
de la Hidrovía Paraguay
– Paraná debería ser fuertemente apoyado por Paraguay, el que debería buscar
aliados en Bolivia, Argentina y Uruguay para la reactivación de los programas.
Un proceso de mayor industrialización
del país es necesario para asegurar, no solamente la mayor diversificación de
los mercados de exportación del Paraguay que hoy se encuentran muy concentrados
en cuatro o cinco de ellos. La prioridad la deben tener aquellos sectores con
sectores con ventajas comparativas reveladas (agro – industriales y con los
cuales existen facilidades para la cre4ación de cadenas productivas con los
países vecinos u otros de la región que ayuden a proyectar la oferta exportable
del Paraguay a los mercados regionales e internacionales. Sin embargo, no deben
descartarse otros sectores que pueden ser muy atractivos para la inversión
externa directa y que puedan aprovechar ventajas existentes en el país para
hacer frente a demandas crecientes en los mercados. Estas industrias de
tecnología media y alta pueden tener un impacto importante en la economía,
principalmente a través de la creación de encadenamientos productivos,
transferencia de tecnología y calificación de la mano de obra nacional.
Finalmente, el proceso diversificación productivo y mayor
industrialización para el aumento de la oferta exportable y una atracción
importante de la Inversión Extranjera
Directa en el Paraguay, debe estar acompañado de una política energética
orientada a la producción y no exclusivamente a la venta del mayor recurso
energético con que cuenta el Paraguay, la hidroelectricidad, a los países
vecinos. Justamente, la postergación y retraso posterior de desarrollo
industrial del Paraguay se ha debido, en una parte importante, a la existencia,
por décadas, de una política de alentar el comercio con los países vecinos en
base a la reexportación para la obtención de beneficios económicos de corto
plazo derivados de la intermediación comercial.
Los obstáculos pueden ser superados a partir de una acción estatal
coherente, consistente y basada en una estrategia de largo plazo, que se apoye
en (y a su vez promueva) las nuevas iniciativas surgidas en torno a la
integración sudamericana.
La actual agenda sudamericana para los próximos años hace hincapié en la
necesidad de mejorar las conexiones entre los países del subcontinente.
Repetidas hipótesis de conflicto entre los países de Sudamérica han
obstaculizado en las décadas pasadas acuerdos de esta naturaleza, razón por la
cual los canales para la circulación de bienes y la exportación entre los
países de Sudamérica son escasos, incluso luego de varios años de proyectos de
integración comercial. La aceleración de la aplicación de esta agenda es un
interés prioritario del Paraguay, que sería uno de los más beneficiados por la
apertura de nuevas vías de comunicación entre los países del subcontinente.
Por otra parte, es necesario que el Paraguay insista en la remoción de
las asimetrías regulatorias impuestas por los socios mayores del MERCOSUR. A pesar
de contar en compensaciones futuras por
eliminación del doble cobro de aranceles de importación, con la facilidad de
los fondos estructurales para las economías pequeñas a través del FOCEM, y con
las nuevas compensaciones derivadas del acuerdo de renegociación de ITAIPU, los
beneficios derivados de estas iniciativas pueden reducirse o anularse
completamente si las economías más grandes continúan con prácticas y políticas
distorsivas de mercado. Estas prácticas se traducen en un aumento de las restricciones
de acceso a los mercados de la economías mayores, en el uso discrecional de
incentivos fiscales, crediticios y similares que distorsionan la compete4ncia
en el mercado regional, inhiben la inversión externa directa en el país
(desviada hacia otros Estados socios) y atrasan el desarrollo de un polo
productivo exportador en Paraguay.
Las compensaciones derivadas del FOCEM y del acuerdo por la eliminación
del doble cobro del Arancel Externo Común (AEC) deberán estar orientadas,
mayormente, al mejoramiento de las conexiones viales y de la hidrovía con el
resto de los países de MERCOSUR, reduciendo de esa forma los costos extra de
transporte y de logística comercial en los que el Paraguay incurre como país
mediterráneo.
No obstante, las mejoras en la circulación de bienes a nivel regional y
la ampliación de los canales de distribución de los productos exportables deben
ir acompañados de un cambio den la calidad, cantidad y forma de distribución de
la oferta exportable paraguaya. Más acuciantes aún son las transformaciones
necesarias para solventar las deficiencias del país en recursos humanos y
tecnológicos, así como la falta de una estrategia de desarrollo productivo y la
ausencia de fomento de la innovación, instrumentos fundamentales para
incrementar la competitividad del país.
La capacitación es muy importante para el desarrollo del Paraguay y son
las empresas más competitivas del país las que tienen mayor conciencia de esta
importancia. Las empresas nacionales competitivas, en gran medida, se apoyan en
procesos internos de capacitación. De esta manera, basan su expansión en
recursos propios, o (en raras ocasiones) en acuerdos con empresas extranjeras.
Dado este desarrollo puramente autónomo, tienen, al menos, actitudes escépticas
sobre la capacidad real de Estado paraguayo para ayudarlas en su proceso de
crecimiento. El acercamiento, por lo tanto, debe ser gradual y con objetivos
claros de corto, mediano y largo plazo previamente fijados, de forma tal que se
mantenga el interés en los proyectos.
Una de las necesidades más fuertes del Estado paraguayo es establecer
las correctas alianzas público-privadas necesarias para encaminar al país en la
senda del desarrollo económico sustentable. Las alianzas público-privadas deben
ser bien escogidas, con la finalidad de integrar a las empresas en la
estrategia de desarrollo del país sin que esto implique la captura de entes
estatales por parte del sector privado. La identificación de aquellos actores
privados competitivos, emprendedores y capacidad de generar sinergias con el
sector público es un punto de gran importancia. El desarrollo de nuevos nichos
de mercado y la confección de nuevas alianzas con empresas privadas emergentes
es una necesidad para avanzar en una nueva agenda de desarrollo. En este
aspecto, es clave que las instancias públicas que trabajan en la mejora de la
competitividad, el aumento de las exportaciones y la atracción de inversiones
sean dotadas de funciones y de un programa que les permita actuar como
principal espacio institucional articulador de los intereses del sector privado.
Asimismo, la entrega de recurso a pequeños y medianos emprendedores para
la apertura de nuevas unidades de negocio en nichos de mercado no
tradicionales, y el apoyo a los mismos para su internacionalización a través de
cadenas regionales y globales de valor, son un componente que debe ser tenido
en cuenta para futuros planes público-privados de inserción externa.
Cabe destacar la necesidad de un andamiaje institucional preparado para
afrontar los desafíos externos y atender las demandas internas. En este
sentido, el Estado paraguayo ha adolecido de deficiencias históricas para
convertirse en el eje del desarrollo del país. Tales deficiencias se trasladan
directamente al plano de la política externa. Las deficiencias del sector
público en estos menesteres, no obstante, son la contracara de un sector
privado de poca envergadura e históricamente concentrado en operaciones poco
beneficiosas para el desarrollo productivo del país.
Sin embargo, cabe hacer referencia a la necesidad de una reformulación
global de la política externa del Paraguay, adecuándola a las necesidades del
país y dotándola de un cuerpo diplomático capaz de poder llevar adelante los
objetivos de desarrollo para un país pequeño, mediterráneo, pero con gran
potencial en el nuevo contexto mundial. El paraguay precisa fijar un rumbo en
sus relaciones con el mundo que esté en consonancia con la búsqueda de un mayor
desarrollo nacional. Estas premisas forman un primer acercamiento a la
problemática actual, que deber ser continuado y profundizado en los años
venideros.
Marco teórico para entender la dinámica del
desarrollismo en las obras de Samuel Pinheiro Guimarães y Fernando Masi (Juan Carlos Duré Bañuelos)
Dependencia
Relación
de subordinación de naciones independientes, por medio de las relaciones de
producción convirtiéndose en naciones dependientes que aseguran la reproducción
del enriquecimiento en los países desarrollados y subdesarrollo en los países
de la periferia.
Estado Hegemónico
Es
aquel que, en función de su extraordinaria superioridad de poder económico,
político y militar con relación a los demás Estados, dispone de condiciones
para organizar el sistema internacional, en sus diversos aspectos, de tal forma
que sus propios intereses, de todo orden, sean asegurados y mantenidos, si
necesario por la fuerza, sin que alguna potencia o coalición de potencias pueda
impedirlo de actuar.
Estados
Unidos es identificado por muchos autores, vinculados y no vinculados con el
desarrollismo, como un país hegemónico a partir del final de la segunda guerra
mundial, para luego ir cediendo paulatinamente esa hegemonía con el objeto de
lograr una formación estructural hegemónica más amplia que le dé mayor
dinamismo, sustentabilidad, seguridad y legitimidad a los intereses de actores
públicos y privados comunes de determinados Estados nacionales que vendrían a
ser los más influyentes en el concierto internacional.
Estructuras Hegemónicas
Complejos
mecanismos de influencia que incluye vínculos de interés y de derecho, organizaciones
internacionales, múltiples actores públicos y privados, la posibilidad de incorporación
de nuevos participantes y la elaboración permanente de normas de conducta, pero
en el núcleo de esas estructuras están siempre los Estados nacionales.
Los
Estados identificados por los dos autores como miembros más predominantes de la Estructura Hegemónica
son: Estados Unidos, Unión Europea, Japón y a estos se les puede sumar a Israel
(EUJI).
Grandes países periféricos
Aquellos
países en vías de desarrollo, de gran población y gran territorio, no
inhóspito, razonablemente capaz de explotación económica y donde se formaron
estructuras industriales y mercados internos significativos.
Los
grandes estados periféricos orientados a una formación política multipolar en
el nuevo escenario internacional son: Brasil, Rusia, India, Irán, China,
Sudáfrica (BRIICS).
Medianos y pequeños países periféricos
Los
países medios, muy especialmente los pequeños Estados de la periferia, aunque
sean capaces de acumular capital, desarrollar tecnología y lograr altos niveles
de bienestar, tendrán, debido a las limitaciones de su población y territorio,
que desarrollar grados más elevados de especialización productiva y que
depender en mayor medida de insumos y de bienes finales del mercado mundial y
colocar en el mismo una parcela mayor de su producción. Por ese motivo, los
países medios, y más aún los pequeños, mini y micro Estados, estarán más
sujetos a choques, naturales o artificiales, y a presiones externas, tanto
políticas como económicas. Son más vulnerables y dependientes de las
estructuras hegemónicas de poder y más sujetos a los efectos de la evolución de
los grandes fenómenos que caracterizan el escenario internacional.
Desarrollismo
El desarrollismo es una teoría económica referida al desarrollo, y que sostiene que el
deterioro de los términos de intercambio en el comercio internacional, con un esquema centro industrial - periferia agrícola, reproduce el subdesarrollo y amplía
la brecha entre países desarrollados y países subdesarrollados.
Como consecuencia de ese
diagnóstico, el desarrollismo sostiene que los países no desarrollados deberían
tener Estados activos, con políticas económicas que impulsen la industrialización; la
generación de riquezas; aprovechamiento de los recursos y la formación,
inserción y estimulo de las fuerzas productivas con el objetivo
de alcanzar una situación de autonomía para lograr el desarrollo.
Esta perspectiva, de los primeros
años de la CEPAL, debe ser complementada con el nuevo escenario internacional
que se da después del derrumbe de la URSS y con las nuevas y distintas estrategias
de países de los Centros Hegemónicos de Poder y los países que se encuentran en
la periferia.
Con ese objeto presentamos estos dos trabajos: 1. de Samuel Pinheiro Guimarães, Cinco siglos de periferia, que
trabaja la dinámica de la relación centro – periferia desde la perspectiva de
uno de los grandes países periféricos (Brasil); 2. de Fernando Masi, Los Desafíos de una Nueva Inserción Externa del
Paraguay, que trabaja la dinámica de la relación centro – periferia desde la
perspectiva de un país pequeño (Paraguay) de la periferia.
Estrategia desde el Desarrollismo para los grandes
países periféricos (Samuel Pinheiro Guimarães)
Samuel
Pinheiro Guimarães describe la dinámica internacional desde la perspectiva de la
relación centro – periferia y los intereses de un gran país periférico (Brasil) analizando estos temas*:
1.
El estado
hegemónico
2.
Las estructuras
hegemónicas
3.
Los estados
periféricos: sus contrastes y semejanzas
4.
Los objetivos de
los grandes estados periféricos
5.
Los desafíos de
los grandes estados periféricos
5.1.Ejes geográficos
5.2.Ejes temáticos
*Solo mencionamos los que se encuentran en nuestro Resumen.
En
su trabajo no propone un modelo alternativo a la dinámica centro – periferia,
ni un rompimiento con el mismo; sino que analiza a las estructuras hegemónicas
y propone un desarrollo que incorporé o supere en su dinámica a los estados que
actualmente ejercen influencias predominantes en la actual estructura
hegemónica mundial.
Estrategia desde el Desarrollismo para los medianos y
pequeños países periféricos (Fernando Masi)
Fernando
Masi desarrolla su trabajo basándose en la nueva dinámica de las relaciones
exteriores e identifica las estrategias, por una parte, de los países con mayor
influencia en las estructuras de poder y por otra la emergencia de una serie de
potencias intermedias, que poseen una gran extensión de tierras, gran cantidad
de población, y cuyas economías, en los últimos años, han crecido fuertemente,
así como su influencia política y sus ambiciones a nivel global (Brasil, Rusia,
India, Irán*, China y Sudáfrica – BRIICS), también identifica las estrategias de
otros países que, según Fernando Masi, van integrándose al fragmentado sistema
global y fortaleciendo sus posiciones en el plano internacional: es el caso de
los “tigres asiáticos” y en Sudamérica: México,
Chile, Perú y Colombia.
* Es agregado mío por las relaciones que tienen este grupo de países con Irán.
En
este contexto identifica al Paraguay como un país pequeño sin una hoja de ruta
mínima ante los acontecimientos mundiales, regionales y compara esta situación
con las estrategias de algunos medianos y pequeños países.
En
ese sentido, realiza una serie de recomendaciones:
1. Aprovechar los
cambios a nivel regional y mundial
2. Paliar nuestra
mediterraneidad con una buena red de vasos comunicantes orientando, para ello,
las compensaciones derivadas del FOCEM y del acuerdo por la eliminación del
doble cobro del Arancel Externo Común (AEC)
3. Aprovechar
nuestra posición geográfica
4. Un proceso de
mayor industrialización y diversificación
5. Acción estatal
coherente, consistente y basada en una estrategia a largo plazo
6. Aprovechar que la
actual agenda sudamericana para los próximos año hace hincapié en la necesidad
de mejorar las conexiones entre los países del subcontinente
7. Insistir en la
remoción de asimetrías regulatorias en el
MERCOSUR
8. Capacitación para
el desarrollo
9. Establecer
correctas alianzas público – privadas necesarias para encaminar al país en la
senda del desarrollo económico sustentable
10. Un andamiaje
institucional preparado para afrontar los desafíos externos y atender las
demandas internas
11.
Reformulación
global de la política externa del Paraguay
También
podemos notar, en el trabajo de Fernando Masi, un reconocimiento a la relación
centro – periferia y a las estrategias que realizan los países con mayor
influencia en las estructuras hegemónicas, los grandes países periféricos y
algunos países medianos y pequeños.
Fernando
Masi, en su trabajo, tampoco propone un rompimiento, una alternativa o una
discontinuidad a este modelo de relaciones a nivel mundial y regional; sino que
sus recomendaciones se centran en el mejor aprovechamiento, dentro de esta
dinámica, de las potencialidades que no están siendo explotadas, estimuladas ni tenidas en cuenta
para un mayor desarrollo e inserción en este contexto regional y mundial.
IV
Mapa de las estructuras de poder *
PROYECTO DE UNION DE LOS GRANDES PAISES PERIFERICOS EMERGENTES
BRASIL:
Población: 205.716.890 (Julio 2012 est.)
PIB: 2,477 $ billones 2011
RUSIA:
Población: 138.082.178 (Julio 2011 est.)
PIB: 1,858$ billones 2011
INDIA:
Población 1.210.193.422(2011)
PIB: 1,848$ billones 2011
IRAN:
Población 78.868.711 (Julio 2011 est.)
PIB: 331,0$ mil milliones 2009
CHINA:
Población: 1.343.239.923 (Julio 2011 est.)
PIB: 7,298$ billones 2011
SUDAFRICA:
Población: 48.810.427 (Julio 2012 est.)
PIB: 408,2$ mil milliones 2011
TOTAL
Población: 3.024.911.551
PIB: 14,22 billones
PAISES QUE PREDOMINAN EN LAS ESTRUCTURAS HEGEMONICAS
ESTADOS UNIDOS:
Población: 313.847.465 (Julio 2011 est.)
PIB: 15,09$ billones 2011
UNION EUROPEA:
Población: 503.824.373 (Julio 2010 est.)
PIB: $15,39 billones (2011 est.)
JAPON:
Población: 127.368.088 (Julio 2011 est.)
PIB: $4,389 billones (2011 est.)
ISRAEL:
Población: 7.590.758 (Julio 2012 est.)
PIB: $235,1 miles de millones (2011 est.)
TOTAL
Población: 952.630.684
PIB: $35,1 billones
CABE DESTACAR QUE CADA UNO DE LOS DOS BLOQUES PARTICIPA EN LOS ORGANISMOS INTERNACIONALES CON POSICIONES CASI SIEMPRE CONCERTADAS EN PUNTOS ESTRATEGICOS Y AMBOS POSEEN UNA GRAN INFLUENCIA DENTRO DE ELLOS.
*Datos extraídos de:
Bibliografía consultada
Cinco siglos de periferia, Samuel Pinheiro Guimarães.
El reto del futuro (Asumiendo el legado del bicentenario), Diego Abente Brun y Dionisio Borda, Editores.
Entrevista sobre el siglo XXI, Eric J. Hobsbawm.
www.bancomundial.org
www.indexmundi.com
www.cia.gov/index.html
Pensamiento social del siglo XX, Ruy Marini y theotonio Dos Santos, Coordinadores, Francisco López Segrera, Editor, UNESCO, Caracas.
Notas de clases del prof. Javier Numan Caballero Merlo.