La nueva fe en la sociedad abierta – su única fe posible: el
Humanismo – comenzaba, sí, a imponerse, pero no se hallaba todavía claramente formulada.
Por entonces no se alcanzaba a vislumbrar gran cosa, fuera de las guerras de
clase, el miedo de los demócratas a la reacción oligárquica, y la amenaza de nuevos
conatos revolucionarios.
La reacción contra
estos movimientos (democráticos) tenía, por consiguiente, mucho de su parte: la
tradición, la defensa de las viejas virtudes y la antigua religión. Del lema de
este movimiento (de reacción): “De nuevo al estado de nuestros abuelos”; o
bien: “De nuevo al antiguo estado paterno” – deriva la palabra “patriota”. Casi
no vale la pena insistir en que las creencias populares entre aquellos que
defendían este movimiento “patriótico” fueron groseramente desfiguradas por los
mismos oligarcas que no vacilaron en entregarle su propia ciudad al enemigo,
con la esperanza de ganarse su ayuda contra los demócratas. El propósito fundamental
de este movimiento era detener la evolución social y luchar contra el
imperialismo universalista de la democracia ateniense y contra los instrumentos
y símbolos de su poder: la armada, las murallas y el comercio.
Aunque el movimiento “patriótico” fue, en parte, expresión
del anhelo de retornar a formas de vida más estables, a la religión, a la
decencia, al imperio de la ley y el orden, llevaba en sí la mayor corrupción
moral. Se había perdido la antigua fe y en su lugar campeaba ahora una
explotación hipócrita y casi diríamos cínica, de los sentimientos religiosos.
Pero en esta época, en la misma a que pertenecía la
generación de Tucídides, surgió una nueva fe en la razón, en la libertad y en
la hermandad de todos los hombres, la nueva fe y, a mi entender, la única fe
posible: LA DE LA SOCIEDAD ABIERTA.
Creo que no sería injusto denominar a esa generación que
señala un punto culminante en la historia de la humanidad, LA GRAN GENERACIÓN:
es la generación que brilló en Atenas un poco antes y durante la guerra del Peloponeso.
Entre ellos, hubo grandes conservadores como Sófocles o Tucídides. Los hubo
también de ideología intermedia, representativa del período de transición: unos
vacilantes, como Eurípides, otros escépticos, como Aristófanes. Pero también
vio esa generación al gran rector de la democracia, a Pericles, que formuló los
principios de la igualdad ante la ley y del individualismo político, y a
Heródoto, bienvenido y saludado por la ciudad de Pericles, como autor de una
obra que glorificaba estos principios. A Protágoras, natural de Abdera, que
adquirió notable influencia en Atenas, y su compatriota, Demócrito. Estos
sostuvieron la teoría de que las instituciones humanas del lenguaje, la
costumbre y el derecho no son tabúes sino productos del hombre, no naturales
sino convencionales, insistiendo, al mismo tiempo, en que somos responsables de
las mismas. Vio, asimismo, la escuela de Gorgias – Alcidamas, Licofrón y
Antístenes – que desarrolló los conceptos fundamentales contra la esclavitud,
en favor del proteccionismo racional y en contra del nacionalismo, por ejemplo,
el credo del imperio universal de los hombres. Y vio, por fin, quizá al mayor
de todos, a Sócrates, que enseñó a tener fe en la razón humana pero, al mismo
tiempo, a prevenirse del dogmatismo: a mantenernos apartados de la misología,
la desconfianza en la teoría y en la razón, y de la actitud mágica de aquellos
que hacen un ídolo de la sabiduría; y que enseño, en suma, que el espíritu de
la ciencia es: LA CRÍTICA.
5 comentarios:
No puedo dejar de hacer una primera lectura desde el lugar de un historiador. De antemano aclaro que entiendo la enorme diferencia que existe en la formación epistemológica entre las carreras de leyes e historia. Los conceptos como "clase social " y "oligarquía " tienen un contenido muy específico desde el punto de vista de la teoría de la historia. Es erróneo y anacrónico aplicarlos para describir sociedades antiguas como la griega. Sin embargo, son muy gráficos usados como explicación genérica simple, si omitimos el error de método que implica su uso en ese contexto histórico. Dejando todo esto de lado, no creo que en la antigua Grecia la definición de "sociedad abierta", "igualdad entre los hombres y ante la ley" e incluso la idea de democracia hayan tenido el mismo significado que tienen para nosotros en la actualidad. De hecho, solamente algunos participaban de la "cosa pública" y tenían por ende derecho a opinar y decidir. La incorporación del "pueblo" a este ámbito es mucho muy posterior, y no estaba en la ideología de los pensadores antiguos generar semejante cambio. Todos los ciudadanos de las polis griegas no eran precisamente TODOS sus habitantes, y tampoco eran iguales entre sí. Algunos eran más iguales que otros ...
Estas consideraciones no restan en absoluto mérito al pensamiento griego. Es irrefutable la importancia e influencia que aún hoy tienen sus aportes en todos los campos de construcción de conocimiento; y en cómo enseñaron a pensarnos como individuos sociales.
Hola Sofía, este es un pequeño extracto del libro "La Sociedad Abierta y sus Enemigos", de Karl Popper, para obtener un panorama más amplio más bien sobre su teoría filosófica que sobre el contexto histórico que lo llevo a estas conclusiones lo recomendable es leer (por lo menos) el capítulo 10 (La Sociedad Abierta y sus Enemigos) de la primera parte (El influjo de Platón) de su libro. Cabe aclarar que Karl Popper es muy crítico con relación al "historicismo". Un gusto encontrarte por acá. Juan Carlos
Muchas gracias, Juan Carlos, por compartir tus comentarios en relación a la obra de Popper. Éste pareciera nos indica, que siempre hubo tensiones entre los adeptos de la libertad humanista y los seguidores de los poderes fácticos conservadores.
Así es José Valenzuela, el punto principal del análisis de Popper se centra en los "inicios de las tensiones" entre los que "empezaban a creer en los hombres, la razón humana, la libertad y la critica y los que por otro lado creían en el retorno o la retención del tribalismo mágico, plagado de tabúes, totalitario y que convierte a sus ciudadanos en un rebaño obediente para evitar todo cambio".
Realmente, el análisis de Sofía deja claro que la interpretación histórica es muchas veces utilizada para ajustarla a la lógica de alguna teoría (en este caso filosófica)... Ese antagonismo que destaca Popper, mencionado en mi comentario anterior, y que lo utiliza para fortalecer la lógica de su teoría filosófica debe ser ampliado así como lo menciona Sofía... (Muchas gracias por tu aporte Sofía)...
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